Entre expresiones de incredulidad, lágrimas y gritos de no es mi presidente, por segundo día miles marcharon por varias ciudades de Estados Unidos para repudiar la elección de Donald Trump, mientras otros festejaban lo que consideran un triunfo sobre las cúpulas corruptas y los privilegiados del país.
A la vez, incontables organizaciones sociales que apostaban al triunfo del Partido Demócrata empiezan a desarrollar estrategias para responder ante la sorpresa del triunfo de un demagogo derechista que amenaza con revertir años de logros en el ámbito laboral, ambiental, de derechos de la mujer y los gays, así como las libertades civiles. Muchos informaron que están contemplando cómo defender estos logros y cómo organizar formas de resistencia a largo plazo ante una presidencia de Trump.
Pero otros no aguantaron sólo reunirse y pensar al tener que expresar su ira, desilusión, y su temor en solidaridad con otros en las calles. Miles de estudiantes abandonaron las aulas en San Francisco esta mañana, también en la Universidad de California en Los Ángeles, en acciones para condenar la elección de Trump. En Nueva York manifestantes se congregaron en Union Square por segunda noche consecutiva. Se reportaron marchas en Portland, Denver, Baltimore y Dallas, entre otros lugares.
Una y otra vez, jóvenes –muchos de ellos menores de edad que no podían votar– repitieron que marchan porque Trump no es el futuro que deseamos.
Las movilizaciones durante las últimas 48 horas en varias ciudades a lo largo del país han sido multirraciales y con un mosaico de preocupaciones, desde el derecho de las mujeres (las panochas te devuelven el agarrón, en referencia a comentarios de Trump de que él pudo agarrar las panochas de mujeres por ser estrella) hasta el temor de que ellos, sus amigos o familiares podrían ser deportados, o porque temen un incremento de ataques racistas, o porque Trump anulará esfuerzos para enfrentar el cambio climático.
Trump no aguantó quedarse callado y envió un tuit en el que afirma que se acaba de realizar una elección presidencial abierta y exitosa. Ahora manifestantes profesionales incitados por los medios están protestando. No es justo.
Cientos de miles, según redes sociales, están preparando todo tipo de acciones para estos días, mientras otros ya están sugiriendo una magna movilización para el 20 de enero en Washington, donde será inaugurada la presidencia de Trump.
Algunos más están llamando a preparar un movimiento de resistencia y de desobediencia civil no violenta para enfrentar esta nueva realidad política, después de la elección de Trump.
Por ahora, el Partido Demócrata no se ha pronunciado ni ha ofrecido ideas de cómo enfrentar esta derrota de la cual son, en gran medida, responsables. Pero la insurgencia que brotó dentro de ese partido, encabezada por el precandidato Bernie Sanders, indica que habían advertido que el partido necesitaba atender a sus bases trabajadoras. Sanders envió hoy un mensaje por Twitter en el que afirmó que ese partido necesita atenerse a los estadonidenses de abajo, en lugar de los ricos en fiestas de coctel.
Our Revolution, una de las organizaciones que nació de su campaña, afirmó que la revolución política tiene que continuar y que es hora de rescatar a nuestro país de la clase multimillonaria, y proteger a la gente más vulnerable de un gobierno de Donald Trump.
Michael Moore envió una lista de tareas que se tienen que hacer de inmediato; la primera es tomar control del Partido Demócrata y devolvérselo al pueblo. Robert Reich, ex secretario de Trabajo, estaba en la misma sintonía al lamentar que el Demócrata ya no es el partido de los trabajadores. Un amplio coro, muchos de cuyas voces habían apoyado a Sanders, afirma que fue justo la decisión del partido de aliarse con Wall Street y promover el libre comercio con los dos Clinton, y no atender a sus bases sociales, lo que les costó la derrota más peligrosa en años. No faltan los que aseguran con tristeza –y esto desde porteros hasta intelectuales– que el viejo hubiera ganado.
Del otro lado
Hoy no se reportaron grandes festejos de los triunfadores, aunque en diversos estados donde ganó Trump los medios registraban entusiasmo porque el nuevo presidente lograría generar más empleo y mejoraría las vidas de trabajadores blancos de los que brotó gran parte de su apoyo, además de sacudir a la cúpula política y económica tan odiada por la mayoría del electorado.
Pero no faltan los que también esperan que Trump frene el flujo de inmigrantes desde México, y otros lugares, que nos roban los empleos, y hasta expresiones aún más extremas de racismo.
El Ku Klux Klan anunció un mitin para el 3 de diciembre en Carolina del Norte para festejar el triunfo de Trump, reportó la cadena McClatchy. Por otro lado, se han reportado crímenes de odio contra latinos, musulmanes y afroestadonidenses en varias partes del país –desde actos de intimidación hasta gente escupiendo contra ellos– que parecieron estar vinculados a simpatizantes de Trump, reportaron The Guardian y medios locales. Mark Potok, del Southern Poverty Law Center, organización que vigila a agrupaciones extremistas de derecha, indicó que se ha registrado un alza de estos delitos y consideró que esto es absoluta y claramente resultado de la elección de Trump.
Aparecieron volantes en la Universidad Estatal de Texas con imágenes de hombres en camuflaje con armas y banderas nacionales y el texto: ahora que nuestro hombre Trump ha sido electo es hora de detener y torturar a aquellos universitarios que hablan de esa basura de la diversidad. Muchos comentaron que durante la campaña de Trump se habían multiplicado incidentes xenófobos y racistas en escuelas, universidades y en las calles, pero que ahora, con su elección, el clima es aún más tenso.
Estudiantes musulmanes e inmigrantes reportan estar angustiados y temerosos, y maestros y directores buscan cómo tranquilizar en lo posible sus escuelas. En la universidad Swarthmore, en Pensilvania, algunos profesores dedicaron sus clases a dialogar con sus alumnos sobre la elección. Uno profesor de música habló de canciones y sinfonías que se habían compuesto para enfrentar eventos y momentos oscuros. La clase acabó cantando desde la Oda a la alegría a We Shall Overcome, entre otras.
En Durham, Carolina del Norte, aparecieron muros con pintas: las vidas negras no importan y tampoco sus votos, reportó el New York Times, y en otros lugares había pintas de: “Hagamos América blanca de nuevo”, y en una secundaria en Michigan estudiantes coreaban a los hispanos: construyan el muro.
Abogados de inmigración en Chicago y Washington cuentan cómo la elección de Trump ha aterrorizado a sus clientes, incluso los legalizados.
Esto apenas empieza.
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