Articulistas de opinión de los medios La República y El Comercio, reflejan que más allá del desastre en sí, lo que reflejan los graves daños de las inundaciones es la falta de inversión de infraestructura y servicios en zonas pobres de Perú, la ausencia de sistemas de protección y la capacidad del país para afrontar eficientemente episodios de desastre natural. Perú es uno de los países con mayores niveles de desigualdad en América Latina.
Las fuertes inundaciones que han azotado a Perú durante la última semana han dejado un lamentable saldo de 78 muertos, más de 100 mil damnificados, 650 mil afectados y 141 mil viviendas parcial o totalmente destruidas, especialmente en las zonas pobres y vulnerables del país que no cuentan con el mismo sistema de protección y riesgo de las zonas de clase alta.
Los medios de Perú reseñan que este ha sido el peor desastre natural que ha vivido el país desde los años 80. Algunos articulistas de opinión de los medios La República y El Comercio, reflejan que más allá del desastre en sí, lo que reflejan los graves daños de las inundaciones es la falta de inversión de infraestructura y servicios en zonas pobres de Perú, la ausencia de sistemas de protección y la capacidad del país para afrontar eficientemente episodios de desastre natural.
Perú es uno de los países con mayores niveles de desigualdad de la región, según reportes oficiales del Banco Mundial. La entrega de sus sectores estratégicos al capital transnacional privado ha generado una profunda brecha de desigualdad, marcada por la precariedad, la exclusión y el hambre en amplios sectores de la población peruana, sobre todo en las zonas más alejadas de los centros capitalinos, donde las inundaciones dejaron sus saldos más terribles.
Lo que emergió de las inundaciones fue precisamente el resultado de décadas de neoliberalismo, presentado como un supuesto modelo exitoso que toda la región debe replicar. Pero esta brecha de desigualdad tiene una expresión física más allá de los datos estadísticos. Actualmente en Lima, específicamente en el distrito de Surco, un muro de 10 kilómetros de longitud divide a la clase alta de los pobres. Y no es cualquier muro: divide una de las urbanizaciones más ricas de Lima (Las Casuarinas) y uno de las más pobres (Pamplona Alta).
Un reportaje de la BBC reveló cómo una casa en la parte clase alta del muro puede costar más de 2 millones de dólares, y una en la zona pobre, no más de 300 dólares. Un contraste que habla tanto del fascismo cultural intrínseco a la clase alta peruana, como de la aprobación del gobierno peruano para que pervivan estos métodos de discriminación social y racial.
En las fuertes inundaciones el muro no sufrió ninguna afectación (por su inteligente ubicación en la cima de una colina), como tampoco la parte que pertenece a la clase alta que lo construyó y financió, pues esta cuenta con una infraestructura (sistema de cloacas, aguas servidas, etc.) que disminuye los riesgos. Sí sufrieron los de Pamplona Alta, que por estar en la parte pobre del muro cuentan con escasos servicios públicos y viviendas precarias, debido al poco interés que representan ellos para el gobierno peruano. Esta situación se replicó en varias zonas pobres de Perú.
El muro (tildado como “el de la vergüenza”) aguantó las fuertes lluvias que cayeron sobre Lima. Sin embargo Pamplona Alta, producto de las inundaciones en zonas aledañas, tendrá fuertes restricciones en el servicio de agua, agudizando las consecuencias de las inundaciones y la precariedad de este sector, obligándolos además de ir a zonas alejadas a recoger agua en pozos, ya que por ahí no pasarán cisternas ni el gobierno peruano ha destinado un plan de ayuda para estas familias.
Las Casuarinas no está incluida dentro de la planificación de los recortes de agua en Lima, demostrando quién es de verdad importante para el gobierno de Pedro Pablo Kuczisnky en estos momentos de dificultades: la clase alta millonaria y blanca a la que él pertenece. Las Casuarinas seguirán con su tranquilidad intacta, como si ningún desastre natural hubiera sucedido.
Después de los recurrentes ataques de PPK contra Venezuela, hace par de días agradeció públicamente la ayuda humanitaria enviada por el país para ayudar a enfrentar este desastre. Demostrando entre otras cosas que ese país modelo para la región no es tal, y que la matriz de la “crisis humanitaria” en Venezuela es inflada por los medios de comunicación, ya que según la lógica más elemental un país en esas condiciones no podría ayudar a otro que no las padece.
Mientras tanto, el muro sigue intacto: la expresión física del fascismo en Perú y la inundación de miseria extrema del neoliberalismo.
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