Desde que llegó a la Casa Blanca, el ejecutivo de Donald Trump básicamente niega que el cambio climático sea un problema.
Sin embargo, ese mismo gobierno acaba de aprobar una partida de 733.000 dólares para investigar vacas capaces de resistir las altas temperaturas del cambio climático.
El proyecto lo ha propuesto el Instituto de Ciencias de la Alimentación y la Agricultura de la Universidad de Florida, y su objetivo a largo plazo es emplear técnicas de edición genética como CRISPR para crear vacas capaces de resistir un clima con altas temperaturas.
El estrés por calor es un factor decisivo que limita la producción de proteína animal y afecta negativamente a la salud del ganado en regiones tropicales y subtropicales, y se espera que su incidencia aumente dramáticamente debido al cambio climático.
La habilidad para combatir ese estrés térmico es crucial para mejorar la productividad de la producción ganadera en Estados Unidos y asegurar el suministro mundial de alimentos.
La investigación acaba de obtener una provisión de fondos del gobierno federal de estados Unidos consistente en 733.000 dólares a repartir a lo largo de tres años.
El primer paso de la investigación es estudiar el código genético de la vaca Brangus, una variedad de este animal especialmente resistente a la vida en entornos con altas temperaturas.
El proyecto es doblemente irónico. Por un lado, la ganadería intensiva es precisamente uno de los principales motores del cambio climático. Según la Organización de Naciones Unidas, las emisiones de metano de las vacas representan un 14.5% del los gases de invernadero a nivel mundial.
Por otro lado, el gobierno de Donald Trump lleva meses restando importancia al cambio climático.
El pasado uno de junio, la Casa Blanca ratificó oficialmente la decisión del presidente de abandonar el acuerdo sobre el clima de París, un tratado con el que casi 200 naciones buscan reducir los niveles de gases de efecto invernadero para combatir el calentamiento global.
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