La decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de reconocer Jerusalén como la capital de Israel resultó en una ola de indignación en el mundo islámico. El 8 de diciembre en Palestina están programadas protestas a gran escala que unirán a dos fuerzas políticas locales, Fatah y Hamás.
Los musulmanes de esta zona quieren que en el futuro su parte de la ‘ciudad sagrada’ se convierta en la capital de la Palestina independiente. El resto del mundo islámico también apoya a esta postura.
Países como Irán, Jordania, Siria y Arabia Saudí consideran que al reconocer Jerusalén como la capital israelí, Washington viola los derechos de los palestinos y la resolución del Сonsejo de Seguridad de la ONU del año 1947.
Este paso diplomático de Washington hace que EEUU se enfrente cara a cara con un Oriente Medio indignado.
Un paso “irresponsable e injustificado”
El movimiento Hamás proclamó que el 8 de diciembre es el Día de la Ira, mientras a Trump le acusaron de “abrir la puerta al infierno”.
La indignación por la decisión de Trump salió fuera de los límites de Palestina y se propagó por todo el mundo islámico. Irán amenazó a Israel con una nueva intifada, es decir una lucha armada por la separación de los territorios palestinos.
El aliado clave de Estados Unidos en Oriente Medio, Arabia Saudí, también se vio poco contento con la decisión y la tachó de “irresponsable e injustificada”. Como resultado, se puede concluir que nadie toma parte de Washington en cuanto al problema de Jerusalén, destaca Ígor Gashkov en su artículo para Sputnik.
Oriente Medio se prepara para atentados
“El reconocimiento de Jerusalén como la capital de Israel no solo puede resultar en disturbios sociales, sino también en ataques tanto contra los ciudadanos estadounidenses, como contra los europeos, aunque no estén de acuerdo con la decisión de Trump”, declaró a Sputnik el arabista Grigori Lukiánov.
En condiciones actuales es posible que masas de árabes indignados tomen parte de las fuerzas políticas que proclamen su voluntad para luchar contra Israel de manera más radical. Esto abre nuevas posibilidades para numerosos grupos extremistas en Oriente Medio.
Al mismo tiempo, la decisión de Estados Unidos hace buen juego a uno de sus rivales principales en la región, Irán. Desde hace muchos años Teherán viene afirmando que la Casa Blanca solo busca privar a los palestinos de su esperanza de crear su propio Estado. El nuevo enfoque de la parte norteamericana respecto al estatus de Jerusalén solo confirma el punto de vista iraní para muchas personas en el mundo islámico.
Un flaco favor de Estados Unidos a Arabia Saudí
En la situación actual, las relaciones entre Washington y el mundo islámico se hacen con una nueva discrepancia insoluble. Esto aumenta los riesgos para el aliado clave de EEUU, Arabia Saudí.
Riad, que había firmado contratos por un monto de 110.000 millones de dólares, se siente obligado a buscar un ‘denominador común’ entre las masas de musulmanes indignados y las relaciones amistosas con Estados Unidos.
“Sin duda, Trump ha puesto a Arabia Saudí en una situación bastante incómoda, a pesar de que los recursos financieros de la dinastía saudí desde hace mucho tiempo hayan permitido menguar el daño moral provocado por sus buenas relaciones con los países occidentales”, subrayó Lukiánov.
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