“Yo creo que es una asociación natural porque en Sudamérica somos todos descendientes de europeos”, sorprendió ayer el presidente Mauricio Macri en su exposición en el Foro de Davos, al ensayar la enésima promoción del esquivo acuerdo Mercosur-Unión Europea.
El argumento espantó a propios y extraños, no sólo por lo endeble sino principalmente por lo falso. Si bien Argentina recibió numerosas corrientes migratorias europeas, también lo hizo de otras partes del mundo.
Además, no “todos” los argentinos descienden de inmigrantes, como es notorio por los conflictos por reclamos de pueblos originarios tanto en la Patagonia como en lugares como Salta, en los campos que desmontan el Grupo Macri y sus socios, ironiza el diario trasandino Página/12.
Lo mismo en los demás países de Sudamérica. El presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales, por ejemplo, reivindica su origen indígena aimara.
No es la primera vez que Macri dice algo por el estilo. En medio de las celebraciones por el Bicentenario de la Independencia, en 2016, lanzó: “Somos todos hijos de europeos en AméricaLatina, principalmente. Creo que es natural que trabajemos juntos”.
La frase fue rápidamente refutada por antropólogos que recordaron que los estudios genéticos realizados en la población argentina determinaron que existía un 60 por ciento de mestizaje. En otros países del subcontinente como Perú o Bolivia el número es aún más alto.
Por otro lado, Macri volvió a cuestionar
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