El “golpe institucional” ya lo dieron: la dictadura está en franco despliegue ¿Quién dicta?
Narciso Isa Conde
El “golpe institucional” ya lo dieron: la dictadura está en franco despliegue
¿Quién dicta?
No voy a hablar del poder supranacional con sede en Washington, al cual se subordinan los poderes temporales y permanentes del país.
Me refiero al caso del subalterno Estado dominicano y sus instituciones.
Dicta Leonel, cual mandamás, desde el Ejecutivo. Le dicta al Senado y a su mayoría congresual espuria, al Consejo de la Magistratura, a la Suprema, a la Cámara de Cuentas, a la JCE… y pronto le dictará al Tribunal Electoral y al Tribunal Constitucional. Dicta el “nuevo Dios”.
Gobierno central, poder legislativo, poder judicial, sistema electoral… están sometidos a su impronta corruptora y a su dinámica de prolongación indefinida en el poder; mientras gran parte del poder mediático está bajo su sombra y en similar tesitura.
El amarre inter-institucional está constitucionalmente garantizado hasta el 2016, sino hay “sorpresas”; pendiente solo su continuidad post 2012 en el Poder Ejecutivo. Y para esos es el plan multimillonario pro-reelección.
Solo “causas mayores” podrían impedírselo y ellas no se pueden generar al interior de las instituciones del sistema, dada la omnipresente “dictadura institucional”.
Todo se vale para su mentor y guía: “Leonel es Dios”.
¡Él es el progreso!
No importa el estado desastroso de la educación.
No importa que seis millones de dominicanos/as estén excluidos/as del sistema de salud o que este país este en el primer lugar en el Continente en tuberculosis y mortalidad por dengue.
No importa que del 30 por ciento que representan las/os asalariados/as en la población económicamente activa el 51% tenga salarios inferiores a 10 mil pesos mensuales y el 65% inferiores a quince mil, situándonos como campeones en salarios bajos.
No importa que la inseguridad ciudadana agobie la sociedad, ni que el Estado sea ya un narco-estado.
La determinación es quedarse en el gobierno desde el sector más enriquecido de la partidocracia actual en contubernio con lo peor del empresariado, dedicado a generar clientelas en una competencia podrida.
¿Por qué entonces respetar sus viciadas reglas de juego.
¿Por qué no potenciar las luchas extra-institucionales hasta desbordar el golpe y sus espurias fronteras “institucionales”?
Recuerden como han sido superadas en nuestra América este tipo de dictaduras con disfraz de “democracia”, más aun aquí pendiente de arrancar de raíz el trujillismo, versión leoneloide.
Es válido, pues, luchar para que haya “sorpresas”.
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