POR Flor Norberto
Allá en las alturas,
una entrañable melodía
descendió al compáz del viento
para tocar mi oído.
En la misteriosa noche
de silenciosos manes,
he recibido ese cálido canto
de asmático respirar.
Su susurro fue canción,
fue poema, fue discurso.
Su vida fue ejemplo
y su ejemplo mi inspiración.
Hombre osado y sapiente
de colosal pecho de acero.
Pareciera ser que las balas
no te hubieran tocado,
ni que la procáz muerte
te hubiera llegado.
Vivo estas!.
Tu gualda luz más que nunca
en toda America brilla,
irradiando los insurrectos corazones
de cada compañero latinoamericano.
Y tu gran escultura de metal,
cada vez mas fuerte,
cada vez mas alta,
yace en la revolucionaria Santa Clara.
Y tu inconfundible rostro
de barbas rebeldes
plasmado está en el ombligo de La Habana.
Grabado en la memoria.
Viva en nuestra roja sangre,
en nuestro corazón izquierdista,
en nuestras libertadoras vidas.
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