No fue el desaparecido Comandante Chávez el único en sostener que el magnífico presidente chileno fue asesinado, que no se suicidó. Veremos si se logra esclarecer el misterio a casi cuarenta años del fallecimiento de uno de los mandatarios progresistas con mayor huella histórica en Latinoamérica, la Latinoamérica de los pueblos martirizados por su amor a una sólida liberación.
Los dirigentes del Partido Socialista Allendista (PSA) chileno, Esteban Silva y Carlos Moya, junto al abogado Roberto Ávila Toledo, demandantes en el caso por la muerte del expresidente Salvador Allende, rechazaron este martes la posibilidad del cierre de la investigación. Al tiempo que, en un comunicado, anunciaron que solicitarán a los presidentes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) que este tema sea tratado en su próxima cumbre a efectuarse en la capital cubana.
Toledo señaló que el sobreseimiento es absolutamente improcedente. “Estamos presentando declaraciones de los tres panteoneros de Allende, efectuadas ante un notario en 1990, que señalan que el rostro del presidente Allende no estaba deformado. Esto desmiente la muerte con un fusil AKA, que nunca apareció en el proceso”.
“Resulta absurdo sostener que no hay acción de terceros en la muerte del doctor Allende, cuando hay un palacio bombardeado e incendiado, y decenas de sus colaboradores asesinados”, agregó.
“Vamos a defender la reapertura del sumario, y de no lograrlo, recurriremos a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos”, puntualizó.
Por su parte, Esteban Silva señaló que un eventual cierre del proceso consolidaría una inaceptable impunidad. “Detrás de la idea de que habiendo suicidio no habría responsabilidades de terceros, se esconde la concepción de impunidad que impregnó la transición post dictatorial, y fue profundizada por la democracia limitada y binominal hasta nuestros días”.
Silva también adelantó que “le haremos llegar todos los antecedentes, que como querellantes tenemos sobre el caso, a los presidentes progresistas y de izquierda de América Latina, como Pepe Mujica, Rafael Correa, Nicolás Maduro, Evo Morales, Cristina Fernández, Daniel Ortega, Raul Castro, Dilma Rousseff, entre otros. Pues se trata no solo de la muerte violenta de un presidente chileno, sino de un líder de la izquierda y el progresismo latinoamericano y mundial”.
En la mañana del 11 de septiembre de 1973, los acontecimientos se sucedieron precipitadamente. Una vez que Allende recibió el primer parte sobre la sublevación de los uniformados, se dirigió a La Moneda, cuando aún el palacio era custodiado por la policía de Carabineros.
Tras conocerse el primer comunicado de la Junta Militar, esa fuerza comenzó a retirarse, hasta dejar desprotegida La Moneda, solo defendida por el Presidente, su guardia personal, miembros de su gobierno y otro personal de la casa ejecutiva.
Cerca del mediodía, Allende pronunció a través de Radio Magallanes su último mensaje al país, en el cual expresaba la decisión de combatir hasta el final en defensa de la constitucionalidad.
Poco después, aviones Hawker Hunter de la Fuerza Aérea de Chile comenzaron a lanzar cohetes contra la mansión presidencial, cuyos defensores, en combate desigual, no pudieron resistir la embestida de las fuerzas armadas, al mando del general Pinochet.
Allende fue encontrado muerto en el interior de la Moneda, junto a su fusil, un regalo del líder de la Revolución cubana, Fidel Castro.
Años después de la asonada golpista se supo que cuando el asesor de Seguridad Nacional del presidente estadounidense Richard Nixon, Henry Kissinger, conoció en 1970 la victoria de Allende, expresó: “No veo por qué tenemos necesidad de estar parados y ver un país ir al comunismo por la irresponsabilidad de su propio pueblo”.
De acuerdo con el segundo informe de la Comisión Valech, entregado en agosto de 2011 al presidentePiñera, las víctimas de la dictadura de Pinochet suman más de 40 mil, entre ellas más de tres mil muertos.
(Tomado de El Comunista)
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