miércoles, 22 de mayo de 2013

Femen ya está en España


En 2008, un grupo de universitarias se metió en una fuente pública de Kiev para protestar por los cortes de agua en su residencia. Aquella noticia local, poco más que una anécdota, supuso el punto de partida para un colectivo feminista que pronto habría de adquirir fama mundial. Hemos visto a las activistas ucranianas, con sus coronas de flores, sus mensajes pintados sobre la piel y, por supuesto, los pechos al aire, en muchos lugares donde no se deseaba su presencia: han amargado un montón de comparecencias a los políticos de Ucrania y Rusia e incluso emprendieron una gira europea que les llevó, por ejemplo, al ángelus del Vaticano, donde reprocharon a la Iglesia su «propaganda patriarcal». Pronto empezaron a surgir ramas de la organización en otros países: existen ya en Francia, Alemania, Bélgica, Túnez, Suecia, Italia, Brasil y Canadá. Y, el día 7 de este mes, también han iniciado su andadura en España. Señoras, señores, Femen ya está aquí, entre nosotros.
Las responsables son una asturiana y una gaditana, Lara e Indira, que se pusieron en contacto con la organización más o menos a la vez para promover la rama española de lo que ven como «una gran familia». ¿Cuál es la vía para formar parte de esta alborotadora parentela? «No se puede decir de la noche a la mañana 'soy Femen'. Tienes que demostrar tu interés, tu seriedad, porque la actitud y la motivación son lo más importante: hay que estar dispuesta a ser una activista, aprender lo que haya que aprender, entrenarse y enriquecerse de las experiencias de otras personas del grupo», explica Lara Alcázar Miranda, una estudiante de Historia del Arte que firma sus trabajos fotográficos como Lara Newell. A continuación viene el singular rito iniciático de Femen: «Hay que fabricarse una corona de flores, es igual que cuando llegas por primera vez al colegio con el cuaderno y el lápiz. Te haces con un bote de pintura para escribirte un mensaje, sales, te desnudas y, como decimos nosotras, 'ganas'», relata esta universitaria de 21 años nacida en El Entrego y residente desde hace años en Gijón.
Las Femen españolas están ahora reclutando activistas para iniciar la siguiente fase. «Todas las integrantes del movimiento son entrenadas y preparadas antes de representar al grupo. Esperamos que las españolas se conviertan en 'sextremistas'», explica desde la sede francesa Inna Shevchenko, una de las militantes más conocidas del núcleo ucraniano, que viajará dentro de un mes a nuestro país para hacerse cargo de instruir a la nueva rama. «Aunque las acciones son pacíficas -detalla Lara-, sí necesitamos resistencia y entrenamiento psicológico, porque hay que aguantar la presión a la que te expones». ¿Y cuándo llegará por fin la primera acción? «No lo sabemos exactamente, pero, con la que está cayendo, mucho no va a tardar».
Lara resume así el ideario del grupo: «Los objetivos son comunes a todas las Femen. Parten de luchar contra el patriarcado: los tres grandes enemigos son las iglesias y sus instituciones, la explotación sexual y las dictaduras y leyes que supongan una violencia para las mujeres. Todo deriva de ahí, de la moral, el mercado y la violencia. En España, nos preocupa especial y profundamente lo que está pasando con el aborto». La estrategia de Femen incomoda o disgusta a muchas feministas, que no aceptan la idea de -digámoslo claro- enseñar las tetas para reivindicar su causa, pero la joven asturiana no alberga ese tipo de dudas: «Llevo muchos años en movimientos feministas, estudiantiles, de representación, pero cuando entré en contacto con Femen dije: '¡Por fin!'. Tiene que ver con eso tan antiguo de que el cuerpo de la mujer es política, porque siempre lo ha gobernado el patriarcado. Es necesario que las mujeres usemos nuestro cuerpo como herramienta de protesta: es una forma más de reivindicar la potestad sobre él. Todos tan progres y tan liberados y luego se escandalizan, qué incongruencia. Nosotras utilizamos nuestro cuerpo para protestar porque queremos, y esa es la parte que hay que subrayar».
¿Y no siente pudor, aunque suene un poco rancio, ante la idea de exponerse ante el mundo? «Yo no tengo ningún pudor que vencer. Me da más vergüenza entrar a un bar, oír un comentario machista y no poder decir nada porque a lo mejor se ponen violentos y me intentan desgraciar».

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