Hace apenas unos días, la televisora Russia Today informó que los Servicios de Seguridad de Ucrania están organizando acciones provocadoras violentas para inculpar de ello a Moscú, con el empleo de falsos uniformes militares y supuestos documentos de identidad rusos.
Recordando el similar proceder de las hordas fascistas alemanas para enmascarar su irrupción en territorio de la Unión Soviética, en junio de 1941, detallaba el canal de televisión que entre las misiones que cumplirían estos supuestos rusos estaba atacar a los guardias fronterizos y simular un desembarco naval cerca de la ciudad de Odessa.
Verificando el guion
Como ocurre con otros tantos métodos de Guerra No Convencional que hoy resurgen, eso sí, potenciados como prioridad por el mando político militar norteamericano en aras de conseguir sus objetivos estratégicos sin tener que recurrir a grandes contingentes de fuerzas militares convencionales, también este proceder fue aplicado con anterioridad.
Para no hurgar en ejemplos ajenos, el 15 de abril de 1961 aviones pilotados por mercenarios cubanos al servicio de Estados Unidos, enmascarados con los colores y las insignias de la Fuerza Aérea Revolucionaria, bombardearon los aeropuertos de San Antonio de los Baños, Ciudad Libertad y Santiago de Cuba. El mismo proceder se aplicó 48 horas después para apoyar por aire el desembarco de la tristemente célebre Brigada de Asalto 2506 que en las arenas de Playa Girón recibió, en menos de 72 horas, la más “convencional” de las derrotas.
Ahora, al calor de estos renovados postulados no convencionales, las bases de abastecimiento, almacenes, Estados Mayores e instalaciones militares en general son considerados blancos potenciales en el accionar subversivo, tanto directamente de las Fuerzas de Operaciones Especiales norteamericanas, como de esas eufemísticamente llamadas “fuerzas sustitutas”, según se plasma en la Circular de Entrenamiento 18-01 del Ejército de Estados Unidos sobre la Guerra No Convencional.
Tanto unos como otros, amplía el documento, orientan sus acciones en “atacar y degradar la moral del adversario, su cohesión organizacional y efectividad operacional”.
Así como en Ucrania se preparan falsos efectivos rusos, en Venezuela se han empleado cerca de 300 organizaciones no gubernamentales para promover acciones terroristas “gracias a los millones de dólares suministrados por la administración de Barack Obama”, según publicó el Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información de ese país sudamericano, en voz del analista y semiólogo Arlenin Aguillón.
Fuerzas clandestinas y encubiertas
El también doctrinal Manual de Campaña FM 3-05.130, de las Fuerzas de Operaciones Especiales de Estados Unidos, es explícito en argumentar que, a pesar de los cambios conceptuales aparejados a la introducción de métodos no convencionales en la forma de hacer la guerra, se ha mantenido como núcleo común el trabajo con fuerzas irregulares nativas, subordinadas a Washington, “de forma clandestina y encubierta”.
Y añade que “estas fuerzas pueden incluir, pero no se limitan, a fuerzas paramilitares específicas, contratistas, individuos, negocios, organizaciones políticas extranjeras, organizaciones de resistencia o insurgencia, expatriados, adversarios del terrorismo internacional, miembros disidentes del terrorismo transnacional, operadores del mercado negro y otros «indeseables» sociales o políticos”.
En el caso concreto de Cuba, las recientes revelaciones sobre programas de comunicaciones subversivos y el desenmascaramiento de actividades terroristas, en conjunto con los tradicionales planes de agresiones políticas y económicas, conforman ese escenario de agresiones “no convencionales” con que se insiste en someter la voluntad del pueblo de la Isla.
Solo que, la historia demuestra que tenemos también los cubanos una muy peculiar manera “nada convencional” de defender los valores y las ideas en que confiamos, tanto ante invasores foráneos como contra lacayos “sustitutos”.
Por teniente Katherinne Díaz Pérez
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