La discriminación basada en el color de la piel y en lo económico se ha convertido en el país en una práctica muy extendida en bares, discotecas, hoteles y restaurantes, lo que ha motivado que personas de piel oscura y los no adinerados se sientan segregados de los “blancos y adinerados”.
Hasta cierto punto, la segregación de los llamados “riquitos blancos” y de los tildados como “los jodidos negros” ha traído una tranquilidad forzosa, ya que han desaparecido las quejas de personas de piel oscura que acuden a centros de diversión y nos los dejan entrar.
Hace un tiempo la embajada de los Estados Unidos prohibió a su personal de tez oscura visitar algunos centros de diversión, entre ellos la discoteca “Tonic”, ubicada en la Plaza Dorada en la Roberto Pastoriza esquina Winston Churchill, y “Loft”, situada en la avenida Tiradentes, porque alegadamente en esos centros de diversión aplicaban una política de discriminación racial.
La decisión de prohibir a su personal la visita a esos lugares la tomó luego de que a un grupo de empleados de esa legación diplomática no se le permitiera entrar a dichos establecimientos por supuestamente ser negros.
Este tipo de exclusión es un fenómeno creciente que las autoridades conocen, pero que no saben cómo solucionarlo, en vista de que para actuar se precisa de lo que en derecho llaman instancia a solicitud privada.
Esta limitante, al parecer, motivó a la embajada de los Estados Unidos a que emitiera una nota, a propósito de la alegada discriminación de que fueron objeto miembros de su personal en dos discotecas.
“La Embajada de los Estados Unidos reconoce totalmente la existencia de la discriminación en todo el mundo, incluyendo nuestro propio país, sin embargo, es importante enfrentarse a la discriminación en cualquier parte que esta se encuentre”, expresa la nota de protesta emitida por la misión diplomática en esa ocasión, firmada por el entonces encargado de negocios Roland Bullend.
Según expertos, se trata de un problema de difícil solución, debido a que los dominicanos no han creado cultura de denuncia ni de sometimiento a la justicia contra quienes los vejan o maltratan por el color de la piel, lo económico y hasta por el simple hecho de ser dominicano.
En algunos bares, hoteles, restaurantes, centros de diversión y otros negocios, se ha hecho común la práctica de mecanismos “inteligentes” encaminados a alejar a las personas por el color de la piel, lo económico y hasta por ser dominicano.
Una muestra de esta argucia lo constituye la venta de reservaciones en los hoteles, los cuales siempre ofertan dos tarifas, una para los dominicanos y otra para los extranjeros, siendo siempre la criolla mucho más cara, con el propósito de que los dominicanos no la compren.
Y es que en muchos hoteles de lujo que operan en el país no les interesa par nada alojar a un dominicano ya que, al decir de los sirvientes, “beben demasiado, molestan, hacen bulla, comen mucho y casi no dan propinas”.
Igual ocurre en algunos centros de diversión que son creados en especial para “blanquitos”, aunque oficialmente no están declarados como tales.
En este caso, las trabas son diferentes, toda vez que se trata de un delito contemplado en la Constitución de la República y sancionado por las leyes dominicanas con penas de de hasta un año de cárcel y multas en dinero.
La segregación
Esto ha motivado una segregación de los dominicanos de color, que en vez de acudir a la justicia han optado por irse a otros lugares en donde no enfrentan eso tipo de situación.
Y es que, sin proponérselo han aprendido “los morenos” dónde ir y dónde no a la hora de divertirse, a menos que quieran enfrentar humillaciones.
Los dueños de los mencionados centros y de otros no citados en este reportaje han negado en reiteradas ocasiones que en sus negocios se cometan actos de discriminación, pero las denuncias y confesiones sobran.
Hace un tiempo la joven Josua Tapia, de 20 años, de raza negra, denunció que no le permitieron la entrada a varios establecimientos nocturnos de Santo Domingo, a pesar de cumplir con el código de vestimenta de cada uno de los lugares y contar con el dinero de “cover” o entrada.
“Después de que hago la fila para entrar al lugar, y enseño mi cédula, normalmente me dicen que espere un momento o que la entrada es para mayores de 23 años, y luego veo cómo entran otras personas de raza blanca detrás de mí, que notablemente son de menor edad que yo”, contó la joven.
También existe la confesión del ex diputado de la provincia Monseñor Nouel José Fabián, quien denunció que un hijo suyo fue discriminado por su piel oscura en un centro de diversión en la avenida Abrahan Lincoln, esquina Gustavo Mejía Ricart.
Según denuncia, su hijo Emilio José Fabián, un joven estudiante de medicina, acudió a la discoteca “London Box”, pero fue impedido entrar por las disposiciones racistas del centro de diversión. Dicho centro negó la versión.
Otro hecho denunciado hace poco fue el de dos doctoras que no las dejaron entrar a la discoteca “La Chismosa”, por el hecho de ser negras.
Las doctoras Jazmín Izquierdo y Yocasta Carmona denunciaron que esa noche fueron víctimas de discriminación racial en ese centro de diversión al s impedírseles la entrada para participar en el cumpleaños de una colega.
El bar restaurante La Chismosa dijo que no practicó discriminación racial y alegó en un comunicado que cuando llegaron al local acompañadas de otras personas, ya la reserva para diez invitados contratada por una cliente para celebrar un cumpleaños había sido sobrepasada.
Igualmente se denunció el caso de la joven Indhira Martínez (hija de la cantante (Vickiana), a la que no se le permitió la entrada a la discoteca Praia, supuestamente por el color de su piel.
Sin embargo, la administración del centro de entretención también negó la versión y dijo que a los visitantes sólo se les exige que cumplan con los requisitos de vestimenta.
Estas y otras situaciones denunciadas por los visitantes a centros de diversión nocturnos en la capital motivó la intervención de la Procuraduría General de la República, a través de una resolución que no surtió efecto, debido a que con el tiempo, las personas de tez oscura han dejado de ir a esos lugares y han optado por irse a otros centros donde no los molestan.
Asimismo, motivó la creación de una alianza entre la Procuraduría General de la República y el Instituto Nacional de Protección de los Derechos del Consumidor (Pro Consumidor), quienes acordaron diferentes acciones para impedir la discriminación racial en restaurantes, centros de diversión y bares de la República Dominicana.
Ambas entidades realizaron dicha alianza fruto de denuncias de ciudadanos de que se les impide el acceso por su color a lugares de diversión en el Distrito Nacional y las provincias del país, además por discapacidad, condición social, nacionalidad, religión, género o preferencia sexual.
La parte legal
La parte legal fue abordada por los abogados Frank Reynaldo Fermín y Carlos Balcácer, quienes coincidieron en señalar que, aunque existen leyes que prohíben y castigan la discriminación racial, no menos cierto es que se trata de un “mal escondido debajo de la alfombra al que nadie toca”, puesto que para que se actúe en consecuencia se precisa de una acción a instancia privada.
Esto significa que el afectado tendría que poner en acción el Ministerio Público a través de una denuncia o querella, a los fines de que se actúe contra él o los centros donde alegadamente se cometió discriminación racial.
Sobre el particular, el jurista Frank Reynaldo Fermín sostuvo que en el país siempre ha existido una práctica de discriminación de personas, motivada en el color de la piel, origen y procedencia social y política, pero sobre todo por razones económicas.
Se trata de un hecho que vulnera el artículo 39 de la Constitución de la República, referente a la igualdad entre las personas, precisó.
El doctor Fermín recordó que aunque prácticamente en los tribunales no se presentan casos de esa naturaleza, el Código Penal establece condenas contra quienes se dedican a esa práctica.
“En las discotecas utilizan muchos métodos para prohibir la entrada de personas, como por ejemplo de que el local está lleno o de que se trata de una fiesta privada”, manifestó Fermín.
De Peña Gómez
El jurista Carlos Balcácer recordó que no solo los que visitan centros de diversión, restaurantes y hoteles, han sido víctimas de discriminación, sino importantes figuras políticas, como lo fue el caso del doctor José Francisco Peña Gómez, de quien dijo lo discriminaron públicamente con la difusión de un vídeo donde alegadamente aparecía en una práctica de vudú.
“Son hechos condenables por el Código Penal a partir de sus artículos 336, modificados por sugerencias de la entonces senadora Milagros Ortiz Bosch luego de aquella campaña sucia que le hicieron al doctor José Francisco Peña Gómez”, manifestó.
Balcácer dijo que dicho código establece sanciones de seis meses a dos años de prisión para los infractores y multas de hasta 50 mil pesos en efectivo.
Dicha legislación abarca también a los bancos comerciales que cierran cuentas de sus clientes sin justificación alguna y a las tiendas que se niegan a vender a las personas sin una causa justificada y valedera ante los tribunales.
Las denuncias
Para frenar el delito, la Procuraduría General de la República puso en práctica un programa de recepción de denuncias que aunque ha sido bien intencionado no ha tenido efecto, porque casi nadie acude a él en busca de justicia.
El programa de recepción de denuncia de persecución penal del delito de discriminación racial incluye todas las procuradurías fiscales del país.
La decisión forma parte de la resolución adoptada por el procurador Francisco Domínguez Brito con miras a a reforzar el derecho de las personas a no ser discriminadas.
La resolución establece, entre otras medidas, que los centros de diversión no podrán negar la entrada a sus locales por motivos del color de la piel, raza, vestimenta, peinado o apariencia física.
Por Silvio Cabrera
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