viernes, 12 de septiembre de 2014

La vigencia de la lucha por el socialismo en América Latina a 41 años del golpe de Estado en Chile

Escrito por  

La vigencia de la lucha por el socialismo en América Latina a 41 años del golpe de Estado en Chile
El derrocamiento violento del gobierno de Salvador Allende en septiembre de 1973, deja importantes lecciones para el movimiento obrero y revolucionario en América Latina.


El derrocamiento violento del gobierno de Salvador Allende en septiembre de 1973, deja importantes lecciones para el movimiento obrero y revolucionario en América Latina.
El cacareado discurso del respeto a la democracia y sus instituciones emanado desde Washington y repetido por las oligarquías locales, esconde tras de si el monopolio que ejercen sobre las decisiones políticas y económicas un puñado de grandes empresarios; cuando estos sienten amenazados sus privilegios no dudan en transgredir a las mismas instituciones y la misma democracia les importa poco o nada, tal es el caso del golpe de Estado en Chile en 1973, pero también lo demuestran los recientes acontecimiento en nuestro continente.
Una visión general del proceso chileno de los años 70
Salvador Allende triunfó electoralmente el 4 de Septiembre de 1970, fue postulado por la Unidad Popular, coalición de partidos que incluía al Partido Socialista y al Partido Comunista de Chile; después de tres intentos por llegar a la presidencia ese año triunfa con el 36.6% de los votos.
 Desde su inicio de gobierno se enfrentó a una férrea oposición por parte los partidos de la derecha y el imperialismo mediante la intervención de la CIA, cuyo objetivo era evitar la llegada de Allende a la presidencia, todo a pesar de la demostración conciliadora y su visión de la vía parlamentaria al socialismo o como se denominó, la vía chilena al socialismo.
 Allende asumió la presidencia el 4 de noviembre del mismo año, el resultado tan cerrado de la elección del 4 de Septiembre fue aprovechado por la burguesía chilena para imponer una serie de condiciones al gobierno de Salvador Allende, sin embargo se enfrentó a la fuerte presión de las masas para imponer un programa, que incluso fue más allá del propuesto en su plan de gobierno.
 Para la reforma agraria se tomaron medidas como las de expropiar dos millones de hectáreas a finales de 1971, debido a la presión de las masas, la ocupación de tierras por parte de los campesinos se llevaba a cabo en todo el país. En realidad la reforma agraria no representa una medida de carácter socialista, es una tarea de la revolución democrática-burguesa que en teoría debió ser realizada por los capitalistas en Latinoamérica, sin embargo al estar plenamente vinculada como clase social a los terratenientes en los respectivos países, estas tareas fueron postergadas, impulsadas de manera parcial o simplemente ignoradas; Chile no fue la excepción, nunca se realizó una reforma agraria seria durante el siglo XX y era una de las tareas pendientes que el gobierno de la Unidad Popular tenía que resolver.
 Otro punto nodal fue la nacionalización de la minería que se llevó a cabo en junio de 1971, está rama de la industria era y es fundamental para el desarrollo de la economía chilena.  La industria estaba en manos de grandes empresas extranjeras que durante años saquearon los recursos naturales de Chile, tan sólo las dos grandes empresas estadounidenses habían obtenido ganancias de más de 4 mil millones de dólares en la década anterior al gobierno de la Unidad Popular.
La nacionalización de la minería y la reforma agraria reflejan la presión popular al que fue sometido el gobierno de la Unidad Popular, pero también demuestra la incapacidad de la clase dominante chilena para modernizar el país o generar un capitalismo independiente producto de su plena vinculación con el capital extranjero y su incapacidad para impulsar la reforma agraria por sus múltiples hilos con las que se unía con la clase terrateniente.
 A parte de estas dos grandes acciones el gobierno desarrolló una serie de reformas sociales en beneficio de la clase trabajadora y del pueblo en general. Las medidas arriba mencionadas que tomó el gobierno de Allende,  pero sobre todo la activa participación del movimiento obrero, los campesinos sin tierra y la juventud revolucionaria en el proceso político que desató su elección, levantaron voces de alarma entre la clase dominante chilena y el imperialismo estadounidense.
 El entusiasmo de la reforma agraria, la nacionalización del cobre y la participación política activa de las masas generó el triunfó en las elecciones municipales en abril de 1971, los votos para la Unidad Popular aumentaron considerablemente, a su vez las ocupaciones de tierras y el movimiento obrero sindical daba muestras de fortaleza generando un proceso de formación de comités obreros y de poder popular en distintas empresas y barrios obreros: consejos de administración de empresa, de abastecimiento y asambleas populares se multiplicaban por todo el país.
 Sin embargo los campesinos y la clase obrera se vieron frenados por las direcciones de sus respectivos partidos, imbuidos el Partido Comunista y el Partido Socialista, de la teoría de la colaboración de clases y de la teoría de las dos etapas “primero la revolución democrática, después la revolución socialista”, aunado en eso a una confianza casi ciega al Estado, a la vía parlamentaria y la confianza a las instituciones burguesas; el proceso se vio paralizado una y otra vez por los dirigentes de los principales partidos de la clase trabajadora.
 Ya vimos que la burguesía chilena era incapaz de llevar a cabo el desarrollo de un capitalismo independiente en Chile, la modernización, la reforma agraria y la independencia económica fueron postergados, debido a su fuerte vínculo con el capital extranjero y a los terratenientes. Como clase social la burguesía estaba imposibilitada para esta tarea, por lo que la teoría de las dos etapas adoptada particularmente por los dirigentes del Partido Comunista fue un gran freno y un gran crimen para el proceso chileno, en realidad la clase obrera, junto a los campesinos pobres y el pueblo chileno eran los que llevarían a sus espaldas las tareas democráticas pendientes, pero a su vez era importante para completar el proceso. Medidas de carácter socialista como la expropiación de la burguesía chilena, en realidad no había dos etapas en la revolución chilena, era un proceso continuo entre las reformas democráticas y las tareas socialistas.
 La confianza que profesaban algunos dirigentes principalmente el Partido Comunista, pero también a lo interno del Partido Socialista, de la vía parlamentaria y en las instituciones y el Estado no sólo frenó el proceso sino que paralizó completamente a la clase trabajadora frente a los intentos golpistas del imperialismo y la derecha. El Estado y sus instituciones, no son neutrales frente a los conflictos de las clases sociales, el Estado actual es una herramienta de la clase dominante para mantener el control político y económico de la sociedad, no es sino en última instancia “un grupo de hombres armados en defensa de la propiedad”; así lo demostró los acontecimientos posteriores en Chile. Los llamados a respetar la legalidad y las instituciones sirvieron de poco para frenar los intentos golpistas, pero sí paralizó la acción de las masas populares, las cuales no fueron movilizadas para respetar esa legalidad e institucionalidad.
 El primer intento de la burguesía para desestabilizar al gobierno de Allende, fue el paro de camioneros que se impulsó en octubre de 1972, previamente en los grandes medios de comunicación, bajo el control de la burguesía se desató una campaña propagandista del gobierno; la clase trabajadora respondió con movilizaciones masivas en contra del paro y lograron derrotarlo, sin embargo la visión legalista de los acontecimientos políticos nuevamente pone su sello al llamar a las fuerzas armadas como un árbitro entre los conflictos de las clases sociales. De ese “arbitro” era de donde surgiría el nuevo intento para derrocar al gobierno de Allende.
 El 29 de Junio el intento de un golpe de Estado es derrotado por las masas, las cuales nuevamente salieron masivamente a las calles a luchar, bastaba con un llamado serio por parte del gobierno para acabar de una vez por todas con el poder de la burguesía, poner bajo el control de los comités de administración obrera las grandes empresas, completar la reforma agraria mediante los comités campesinos, armar a la población en defensa del gobierno, purgar el ejército mediante comités de soldados y oficiales leales al gobierno; pero nuevamente los dirigentes y Allende hicieron un llamado a las masas a regresar a sus casas y confiar en las instituciones.
 El 4 de Septiembre, cientos de miles de obreros desfilan en las calles de Chile pidiendo mano dura contra los golpistas y nuevamente en defensa del gobierno de Allende.
 El 11 de Septiembre se consuma el golpe de Estado encabezado por uno de los generales del gobierno de Allende, Augusto Pinochet, durante el desarrollo del golpe miles de trabajadores exigían armas al gobierno para la defensa, las cuales no les fueron otorgadas.
 Pinochet inauguró una de las dictaduras más sangrientas en América Latina, respaldada por la clase dominante Chilena y el imperialismo norteamericano.  
 América Latina: La revolución en la encrucijada
Desde el inicio del presente siglo hemos tenido importantes movilizaciones populares y obreras en América Latina; años de saqueo, privatizaciones, ajustes económicos, y pobreza han tenido como consecuencia grandes rebeliones e insurrecciones populares que han puesto en jaque no sólo a los regímenes latinoamericanos, sino al capitalismo mismo.
 Durante años las burguesías locales y las empresas trasnacionales gozaron de jugosas ganancias producto de las contrarreformas, durante los regímenes denominados neoliberales. Sin embargo el proceso en los últimos años se ha balanceado favorablemente hacia los trabajadores y los pueblos latinoamericanos, no quiere decir que eso será eterno, una de las grandes tareas de cada uno de los movimientos y procesos en Latinoamérica es culminar la tarea que se comenzó al inicio del siglo en varios países y eso pasa por la lucha abierta contra el capitalismo e impulsar un proyecto en beneficio de los trabajadores y el pueblo, para algunos las ideas del socialismo representadas por el marxismo revolucionario, siguen siendo vigentes para culminar estos procesos. 
 Argentina inauguró el nuevo proceso revolucionario latinoamericano con el maravilloso movimiento de 2001, la clase obrera y los pobres en Argentina derribaron en cuestión de una semana a 5 presidentes. El movimiento fue precedido por importantes movimientos huelguísticos y de trabajadores desempleados contra las políticas de ajustes de los llamados gobiernos neoliberales; al no existir una organización importante con un programa y perspectiva en la lucha por el socialismo, arraigada entres las masas populares, que planteara la toma del poder por parte de los trabajadores y el pueblo y pusiera fin al capitalismo en Argentina, el proceso  derivó en la elección de los gobiernos de los Kirchner.
 Los dos últimos gobiernos en Argentina se han sometido a presiones importantes por parte de los sectores más reaccionarios de la sociedad argentina, enfrentando paros patronales y de los sectores acomodados del campo.
 Bolivia. La lucha contra la privatización del agua y del gas en Bolivia adquirió un carácter insurreccional, mediante la huelga general impulsada por la Central Obrera Boliviana y donde los mineros jugaron un papel importante, la huelga seguida multitudinariamente por las agrupaciones campesinas y sectores populares del país. El régimen se hizo agua en Bolivia, no una sino en dos ocasiones, en 2003 y en 2005, las masas derribaron a dos gobiernos y pudieron haber tomado el poder que realmente estaba en las calles y en las agrupaciones obreras y populares y solo faltaba echar a un lado al viejo régimen y a su estado. Al dejar pasar esas oportunidades históricas, debido a los titubeos y errores de la dirección de la COB y la claudicación de la dirección del MAS, el proceso se orientó al frente electoral y culminó en la elección de un gobierno de izquierdas, encabezado por Evo Morales.
 El gobierno de Evo Morales ha dado algunos pasos importantes, incluso ha nacionalizado algunas empresas, pero no ha acabado con el sistema capitalista y se ha enfrentado a movilizaciones de la derecha y a intentos de golpes de Estado, en donde la mano de Estados Unidos sin duda está presente.
 Venezuela. Donde el proceso ha ido más lejos sin duda es en Venezuela, previo a la elección de los gobiernos bolivarianos, encabezados primeramente por Hugo Chávez, sucedieron importantes movilizaciones populares, como fue el denominado Caracazo de 1989, donde miles de pobladores se lanzaron a las calles, la rebelión fue aplastada de manera brutal por el régimen de Carlos Andrés Pérez.
 Esta rebelión tuvo un impacto profundo en la mente de algunos oficiales del ejército, quienes se sensibilizaron ante las legítimas aspiraciones del pueblo, lo que provocó la rebelión militar contra los regímenes denominados de la IV República, en esos acontecimientos jugó un papel importante Hugo Chávez, quien tras salir de la cárcel, fue electo presidente en 1998.
 Venezuela durante años fue dominado por dos partidos tradicionales representantes de la oligarquía y el imperialismo, realmente no cambiaban en lo fundamental los gobiernos provenientes de Acción Democrática o el socialcristiano COPEI. Hugo Chávez, una vez electo como presidente, planteó la necesidad de resolver las demandas de los sectores populares y elevar el nivel de vida de los pobres en general con profundas reformas sociales y económicas pero en el marco del capitalismo; sin embargo se encontró con la reacción violenta de los sectores privilegiados de Venezuela y el imperialismo norteamericano, los cuales intentaron de una u otra manera, incluso mediante la vía de un golpe de Estado, derrocar a su gobierno; esto provocó una profundización del proceso venezolano y donde se planteó abiertamente la necesidad de superar al capitalismo y luchar por el socialismo. Se han tomado medidas contra la burguesía pero ella sigue teniendo el control de la mayor parte de la economía y boicotea constantemente a la revolución con su guerra económica que se deriva en escases e inflación. El Estado capitalista sigue en pié en Venezuela, la burocracia se convierte en un freno para la profundización del proceso. Es decir que al igual que en Chile, en Venezuela se ha hecho solo media revolución, no se ha completado la revolución socialista y eso la mantiene en un peligro permanente de retroceso.
 Ecuador: La elección de Rafael Correa, y la conformación de la “revolución ciudadana” ha generado una serie de reformas en beneficio de los trabajadores y pobres en Ecuador, sin embargo, también los intentos de golpes de Estado han Estado presentes en ese país.
Paraguay y Honduras. Incluso gobierno un poco moderados, como los de estos países muestran la actitud de la clase dominante ante reformas mínimas, el acercamiento de Manuel Zelaya al proyecto de la Alternativa Bolivariana para las Américas, y el intento por implementar reformas mínimas desató una respuesta furiosa por parte de la burguesía Hondureña, lo mismo sucedió con el gobierno Paraguayo. Las masas han jugado un papel activo, en el caso Hondureño formaron el Frente Nacional de Resistencia Popular.
 Brasil la “izquierda modelo”. Los gobiernos de Lula y el PT en Brasil, durante mucho tiempo fueron presentados como el buen ejemplo de la izquierda en Latinoamérica, en contraposición a Venezuela u otro país. Los proyectos para terminar con la pobreza, el hambre; fueron presentados como un modelo a seguir en toda la región. El crecimiento económico y el ser un país emergente abono a esa imagen, sin embargo la crisis del capitalismo a nivel mundial también ha afectado a Brasil, y en la sociedad brasileña se movían fuerzas de manera subterránea que salieron a la luz hace un año, millones de brasileños han salido a las calles para tomar el rumbo de sus vidas, protestas y huelgas multitudinarias contra decisiones de gobiernos del PT, terminaron de un plumazo con el sueño brasileño. Demostrando nuevamente los límites de la visión desarrollista y de reformas sin romper con el capitalismo.
 La vigencia del socialismo en el siglo XXI
 El proceso revolucionario en Venezuela ha puesto en la orden del día, nuevamente, en el movimiento obrero, popular y en la izquierda el debate del socialismo en América Latina; lo cual ha sido positivo, sin embargo hay personas que se han encargado de maquillar este tipo de ideas, tal es la idea que algunos intelectuales se han encargado de difundir con el nombre del Socialismo del Siglo XXI, cuyas propuestas económicas, sociales y su visión respecto al Estado, no rompen con el sistema capitalista. Usando una fraseología radical no hacen más que regresar a ideas pre marxistas de la prehistoria del movimiento obrero. Hablan de socialismo con propiedad privada de los medios de producción y sin necesidad de destruir al Estado burgués, es decir un “socialismo” que se parece mucho al capitalismo explotador de siempre. Por el contrario las ideas del marxismo siguen siendo la herramienta necesaria que nos explica, basándonos en la realidad concreta, el funcionamiento de esta sociedad y nos indica cómo transformarla.
 La mayor parte de los gobiernos de izquierda en Latinoamérica se han visto acechados por el imperialismo estadounidense y por las burguesías y oligarquías locales; los sucesos en Bolivia, Venezuela, Ecuador e incluso Argentina, demuestran que estos, no están dispuestos a ceder en lo más mínimo respecto a las demandas sociales de los trabajadores y los sectores populares.
 La burguesía latinoamericana, ha demostrado su carácter reaccionario en la oposición férrea a las reformas sociales que los gobiernos han intentado implantar, para esto no han dudado en optar por el financiamiento de grupos paramilitares de derecha o golpes de estado. Los discursos por el respeto a la democracia y sus instituciones han caído en el vacío, para la burguesía y el imperialismo democracia significa el sometimiento total a sus voluntades de cualquier tipo de gobierno.
 Las reformas sociales en Latinoamérica debe ir acompañadas por medidas que tiendan a romper el control económico y político de las burguesías y el imperialismo, cualquier intento por coexistir, ha demostrado ser ineficaz, por lo tanto la perspectiva para la lucha por el socialismo se mantiene en la ruta por la expropiación de los medios de producción de la burguesía (las grandes empresas), la banca y las grandes concentraciones de tierra en cada país en Latinoamérica, a la vez que se implementan las reformas sociales, la lucha por el fortalecimiento del proyecto de los trabajadores y las masas populares debe implicar la lucha contra el Estado y sus instituciones que representan los intereses de la oligarquía y la burguesía, para potenciar el poder político de los trabajadores y el pueblo, debemos avanzar en el control democrático de la economía que se encuentra en manos de un punado de capitalistas.
 Algunos dirán, cualquier intento en ese sentido, podría desencadenar una reacción furiosa por parte del imperialismo y las burguesías locales, nosotros decimos, cualquier intento por impulsar las reformas sociales en el marco del capitalismo latinoamericano se encontrará (y ha encontrado) por la oposición más furiosa y violenta por el imperialismo y la burguesía local, los cuales no están dispuestos a ceder ni un peso en sus ganancias.
 El avance de cualquier país en la región hacia una auténtica revolución socialista con la expropiación de las burguesía y las empresas trasnacionales bajo el control democrático de los trabajadores y la sociedad sobre la economía, el derrocamiento político del poder de la clase dominante se encontrará con el entusiasmo y el apoyo de miles de jóvenes y trabajadores en Latinoamérica y el mundo. El apoyo y la simpatía hacia la revolución Venezolana se ha dado por miles en Latinoamérica y el mundo, imaginemos la perspectiva así, el apoyo se profundizaría.
 Las revoluciones no se pueden quedar a medio camino, o terminamos con control económico y el poder político de la burguesía, o tarde o temprano encontraran la forma para volver y retomar la situación, los golpes de Estado en Honduras, Paraguay, los intentos en Venezuela, Bolivia y Argentina, debemos aprender de la experiencia histórica propia del continente, de Chile en 1973, que cualquier proceso que no culmine la tarea de derrocar el capitalismo puede ser reversible.
 Los recientes procesos en el continente nos demuestran que no puede existir un capitalismo con rostro humano, hoy más que nunca la perspectiva y el camino que se abre para América Latina para concluir todos los procesos que han comenzado es el derrocamiento del capitalismo y la implantación del socialismo en la región.
 Conclusiones generales
 Podemos hacer algunos paralelismos entre el proceso de Chile y la revolución latinoamericana actualmente, para sacar algunas conclusiones:
 La burguesía latinoamericana está plenamente vinculada con el capital internacional, en particular con el estadounidense, es incapaz de desarrollar un capitalismo independiente y modernizar a la sociedad.
 Queda a la clase obrera, junto a los pobres en Latinoamérica impulsar las reformas pendientes, para lograr la independencia económica del imperialismo, modernizar el país, y realizar en los países la reforma agraria y reformas en beneficio de la mayoría de la población; sin embargo para mantener esas conquistas y que sean irreversibles debemos avanzar en la tareas socialistas, terminar con el capitalismo expropiando a la burguesía, para hacer avanzar a nuestra sociedad.
 La burguesía latinoamericana no tiene ningún rasgo de progresista, se ha opuesto a cualquier tipo de reforma en beneficio de los trabajadores y los pobres latinoamericanos y ha recurrido a medidas extralegales y violentas para derrocar a los gobiernos de izquierda electos por la mayoría de la población. Para la burguesía democracia es sinónimo de su dictadura.
 Para hacer avanzar los procesos latinoamericanos no se debe pactar con la burguesía y sus partidos, a ellos les interesa derrocar los actuales gobiernos y sustituirlos por algunos que representen más fielmente sus intereses. Se debe confiar en los verdaderos protagonistas de la transformación y la revolución actual: los obreros, los campesinos, la juventud revolucionaria y las capas oprimidas de la sociedad. Cualquier pacto con la burguesía significa un retroceso en el proceso.
 La mejor manera de hacer avanzar los procesos latinoamericanos, es tomando medidas para el desmantelamiento del Estado Burgués y sus instituciones, sustituyéndolo por los órganos de poder obrero y popular, comités de empresa, asambleas populares, comités de barrio; el armamento de milicias populares para la defensa de la revolución latinoamericana, no podemos quedar indefensos ante los intentos violentos de la oligarquía para derrotar nuestras luchas. La clave fundamental para rechazar los intentos reaccionarios está en confiar en la fuerza de la clase obrera y demás pobres latinoamericanos.
 Bajo el capitalismo no hay salida para las sociedades latinoamericanas, los procesos revolucionarios deben acabar con el actual sistema económico o social, expropiando a la burguesía y a los grandes propietarios, poniendo las palancas fundamentales de la economía bajo el control democrático de los trabajadores y la sociedad, o la burguesía buscará la forma de revertir el proceso. Es verdad que una revolución triunfante en un país se enfrentaría al acoso constante de la burguesía local y el imperialismo, pero también contaría con el apoyo de los trabajadores de américa y el mundo. Un triunfo revolucionario en líneas socialistas hoy, tendría un impacto muchísimo mayor al que tuvo la revolución cubana de 1959 o incluso la Rusa de 1917, sería un polo de atracción para las masas de américa y el mundo señalándoles el camino a seguir. En realidad a la larga es inviable la revolución en un solo país, pero nos encontraríamos en las condiciones de extenderla y construir una federación socialista de América Latina. El sueño de Bolívar podrá ser realizado, pero no bajo las bases del actual sistema capitalista.
 El capitalismo no se regula ni se reforma, se le destruye. La desgracia de la revolución chilena fue que solo hicieron media revolución. El camino para el desarrollo pleno de la sociedad latinoamericana está en la lucha por una federación socialista. El mejor homenaje a los que lucharon y a los que cayeron en ese heroico proceso que fue la Revolución Chilena es sacar las lecciones pertinentes y completar las tareas pendientes.  

0 comentarios:

Publicar un comentario