miércoles, 1 de octubre de 2014

Maidan Chino: Estalla revolución de colores (paraguas) en Hong Kong. Ver videos

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Reportaje sobre la «revolución de los paraguas», el nuevo Maidan esta vez en Hong Kong.

Revoluciones de colores, ¿Ha llegado el momento de la China?

La ofensiva del imperialismo estadounidense señala lo lenta y llena de obstáculos que es la transición a la multipolaridad y afecta, casi a la vez, a sus dos principales competidores globales, primero Rusia y ahora la China popular. Y ocurre justo mientras las relaciones políticas, económicas y militares entre Moscú y Pekín se hacen cada vez más estrechas y revelan una creciente capacidad de atracción hacia otras potencias emergentes, sobre todo India.
Las actuales protestas en Hong Kong, organizadas por ese Movimiento pandemocrático al que tantas cancillerías y gobiernos occidentales han dado una palmada en el hombro (reuniones en el Consulado americano de Hong Kong, donaciones del otro lado del océano, dudosas relaciones de algunos magnates con la CIA, programas de adiestramientos de futuros líderes de la protesta y la acción de educación político-cultural del Hong Kong American Center presidido por el ex diplomático estadounidense Morton Holbrook), se configura como la última manifestación subversiva de las revoluciones de colores que desde hace unos lustros golpean con precisión quirúrgica en zonas estratégicas a los gobiernos no alineados, que se describen invariablemente como “regímenes sanguinarios” en nombre de la libertad, de la no violencia y de los derechos.
Ha ocurrido en Libia, se intenta todavía en Siria aprovechando la enésima (pero poco creíble) cruzada contra el extremismo islámico, y se desplegó inicialmente con éxito con el movimiento de la plaza Maidan en Kiev con una función antirusa. Todo ello en un contexto unitario,obstinado y de apoyo coral por parte de los principales medios internacionales.
Y ahora parece que ha llegado el momento de Hong Kong, presentando al público la enésima reedición de la lucha del “bien”contra el “mal”, de la “libertad” contra la “opresión”, sacando del cajón del anticomunismo el precedente de la Plaza de Tiananmen. Aquí ya se ha encargado la Repubblica (los italianos cuando queremos somos tan puntuales como los trenes suizos) de definir los campos que se enfrentan, utilizando para ello definiciones que, no por casualidad, guiñan el ojo al variado universo de la izquierda radical (y a-ideológica), muy sensible al despliegue de movimientos de protesta “desde abajo” y habituada a la denuncia de traición a la China post-maoista: “el ex muro de bambú puede transformarse en la nueva frontera armada del enfrentamiento entre la dictadura del capital-comunismo chino y la democracia del consumismo financiero occidental” ¿Por qué la izquierda habría de defender, contra la ofensiva de las jóvenes esperanzas de democracia, a un país símbolo de la explotación capitalista? Capacidad científica de coger y explotar las múltiples contradicciones del posicionamiento entre antagonistas.
Y, sin embargo, el discurso de Obama en West Point en mayo pasado, fue muy claro, aunque la mayoría de la prensa haya preferido fijarse en las innovaciones militares. El primer presidente afroamericano de la historia estadounidense subrayó bien en qué campo la “potencia de fuego” de Washington era todavía inaccesible para sus adversarios estratégicos: “Nuestros valores inspiran a los líderes de los parlamentos y de los movimientos de las plazas de todo el mundo (…) Nuestra capacidad de plasmar la opinión pública mundial ha contribuido a aislar a Rusia. Gracias al liderazgo americano, el mundo ha condenado inmediatamente las acciones rusas, Europa y el G7 se unieron a nosotros para imponer sanciones, la OTAN ha reforzado nuestro compromiso con los aliados de la Europa oriental (…)”. Un verdadero ejército de reserva constituido por partidos amigos, fundaciones, periódicos y ONG (la “sociedad civil”) puede movilizarse para debilitar cualquier oposición
La esperanza está ahora en los jóvenes de “Occupy central” y en los estudiantes que han salido a las calles de Hong Kong para pedir elecciones libres sin ningún control por parte de Pekín. Esto equivale a pedir el fin del centralismo del Partido Comunista chino en una parte de su territorio, la más expuesta a la influencia extranjera, poniendo en cuestión el rol de guía, con efectos peligrosos para el mantenimiento conjunto de la China popular desde el punto de vista político y social y con repercusiones obvias sobre una posible reunificación con Taiwan en nombre de la praxis “Un país, dos sistemas”.
La hipótesis más realista, que los propios animadores del Occupy Central original hayan sido superados por el movimiento de protesta y obligados a seguirlo en su radicalización, no es una buena noticia. Posibilita la violencia a fin de provocar una intervención más dura de las fuerzas del orden o del ejército chino. Ya se habla de la construcción de las primeras barricadas y la puesta en marcha de un organizado servicio de suministro para los manifestantes (comida y otros enseres). Mientras, otras dos organizaciones(Scholarism y la Federation of Student) avanzan la hipótesis de un ultimátum al gobierno para el primero de octubre bajo la amenaza de una extensión mayor dela protesta.
El análisis sobre los acontecimientos en la ex colonia británica (entre los manifestantes aparecen, precisamente, las banderas de la dominación colonial, durante la cual el único que tenía derecho a voto era la Corona Británica) debe contextualizarse en un escenario asiático más amplio. Me refiero a los atentados sucesivos en la otra periferia históricamente sensible del ex imperio celeste, en Xinjian, que desde hace años está en el centro de la proyección económica y política de Pekín en la renovada vía de la seda, donde también están en activo grupos extremistas islámicos formados en el laboratorio de subversión en que se ha convertido parte de Siria. Pero sobre todo me refiero al eje asiático puesto en práctica (con alguna dificultad) por la administración Obama que consiste en reactivar alianzas y colaboración militar con función anti china (Filipinas, Australia) y dar vía libre al renacimiento del nacionalismo japonés con función de vice-sherif (por ahora controlable) en Asia Oriental.
Pero la China popular ha de ser atacada y redimensionada, obligándola a dar la espalda al exterior con una costosa campaña de control del frente interior. Porque es una potencia política y económica (y pronto militar) que se ubica en el centro de una espesa red de “resistencia” (acuerdos políticos con Rusia, acuerdos políticos en el ámbito de los BRIC con una nueva arquitectura política y financiera, próximo ensanchamiento de la Shanghai Cooperation Organisation a India, relaciones cada vez más estrechas con África y América Latina…) al unipolarismo militar estadounidense y al predominio del catecismo liberal.
No van en último lugar los históricos ejercicios militares con Irán en una zona caliente e históricamente pivote de la presencia militar de Washington como el estrecho de Ormuz, frente a la US Navy en Bahrein, paso estratégico para el petróleo. Para el Global Times, periódico de corte nacionalista ligado al Diario del Pueblo, “los ejercicios militares son señal de la importancia de la relación con Irán a fin de evitar un bloqueo del estrecho de Ormuz por parte de los Estados Unidos”, perspectiva que confirma el analista Huang Dong: “China no está provocando a Estados Unidos, pero el envío de barcos de guerra al golfo Pérsico sirve para hacer saber a Washington que la marina china tiene capacidad para defender el estrecho de Ormuz y el Océano Índico”.
En este escenario, Hong Kong podría ser utilizado como “incubadora” (expresión de The Economist) de una posible desestabilización entera de China que ponga fin a la peligrosa anomalía de un país con guía comunista en condiciones de obtener un consenso cada vez mayor a nivel internacional.

Compárense estos tres vídeos

Occupy central en Hong Kong




Maidan de Kiev




Y Venezuela, claro

1 comentarios:

  1. Majdan iz Kijeva u Hon Kongu, je pokušaj destabilizacije kontinentalne Kine, sa džihadom Ujgura.

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