Hay historias que son realmente inspiradoras. Una de ellas, es la historia de Edith Macefield, una anciana que se opuso a los deseos de una gran empresa.
Todo empezó en 2006, en Seattle, EEUU, cuando una gran empresa trató de comprar la casita donde vivía Edith Macefield, de 84 años de edad, con el objetivo de construir allí un centro comercial.
Le llegaron a ofrecer 1 millón de dólares por la casa de 108 años de antigüedad, pero ella se negó a venderla.
Ante la imposibilidad de comprar la casa, los constructores decidieron construir el Centro Comercial alrededor de la casa, convirtiendo la residencia de la señora macefield en un símbolo de resistencia ante el poder del dinero y el corporativismo.
Según publicó el New York Times en su momento, Edith ponía discos de ópera a toda potencia, para combatir el ruido de las grúas de construcción que levantaban el recinto y contaba historias a los visitantes que se acercaban a su casa, contándoles sus hazañas durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la señora Macefield trabajó como agente encubierto.
En 2008, Edith Macefield falleció y dejó su casa a Barry Martin, el jefe de construcción de un sitio de edificio adyacente con el que había trabado amistad y que la ayudó en sus últimos días.
Lo más curioso del asunto, es que la película up, que fue estrenada en 2009, empezó a escribirse en 2004, 2 años antes de que Macefield realizara su acto de rebeldía y puesto que la película no se estrenó hasta 2009, estamos ante dos historias paralelas que se desarrollaron de forma independiente entre sí.
De hecho, la propia Walt Dysney ató unos globos a la casa de Macefield en el estreno de “Up”, a modo de promoción y homenaje.
La casa quizás acabe siendo demolida, pero tanto Macefield como su casa, ya habrán dejado una imagen de rebeldía para el recuerdo.
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