miércoles, 10 de agosto de 2016

La Iglesia y la pederastia

Se suceden las declaraciones de justificación cuando no de apología de la pederastia por parte de obispos, cardenales
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Por Pepe Gutiérrez-Álvarez
La innombrable relación entre la Iglesia y la pederastia…Se suceden las declaraciones de justificación cuando no de apología de la pederastia por parte de obispos, cardenales y otros cuadros rectores de la Iglesia católica. Están consiguiendo que las célebres palabras atribuidas al Nazareno, “Dejad que los niños se acerquen a mí”, en una narración de terror digna del mejor terror gótico, tan impregnado de la dimensión infernal de la Iglesia.
Estas prácticas ha sido “secretos del sumario” durante siglos. Recuerdo que siendo niño, pasó por el pueblo un cura que fue trasladado y al que se acusaba “sotto voce”  de “tener las manos muy largas”; igualmente recuerdo que entre los niños se contaban historias de los secretos de la Iglesia que sin duda habían escuchado en su casa. Secretos que nadie se atrevía a revelar ni nadie se atreve, más de medio siglo más tarde se hundió el suelo de una de las dos grandes iglesias de la localidad, y durante cierto tiempo los que miraron encontraron cosas muy extrañas. al día siguiente una ”brigadilla” lo tapiaba todo porque la Iglesia teme la luz del día como Drácula. Estamos hablando de una localidad, la de José Meneses y de la que han hablado todos los diarios días atrás. Un pueblo con mayoría socialista en el 36 –eso lo pagó muy caro- y con mayorías comunistas casi ininterrumpidas desde 1979. Como cualquier otro habitante de este país, a lo largo de mi vida he escuchado “muchas historias”, entre ellas la de un amigo que se escapó de un colegio del Opus en Belvitgue y que hablaba de “un cura que se la quería meter” con pavor. “El Roto” sintetizaba este sentimiento con una viñeta que describa una ostentosa Iglesia en la que destacaba un letrero que ponía: “Cuidado con el cura” y firmaba “El obispo”
Afortunadamente, las cosas no han podido seguir así por más que les peses a los cañizares de turno. Las historias han llegado hasta la gran pantalla y una de las mejores películas del año pasado fue El club(2014/2015), de Pablo Larraín, un autor que utiliza de manera insólita y rotundamente eficaz los códigos del cine de género. En esta obra imprescindible realiza la crítica más radical en todos los sentidos (la forma en la que está rodada, con la imagen amoldándose a los horrores más profundos, merece estudio) y que se sirve de las herramientas del cine de terror para mostrar la cómoda penitencia de un grupo de curas de repugnante historial, de cínicos y enfermos que se acogieron a la benevolencia de la santa madre Iglesia. Larraín muestra los horrores de ese mundo y de historias en la que el “destierro” de esos curas equivale a la ocultación pública del problema. Un juego ese del destierro y la ocultación, una tradición de siglos que, de buen seguro, tiene el mismo sesgo protector en otros países en los que la Iglesia selló un pacto de silencio con las autoridades, incluyendo la mal llamada izquierda que también tiene sus pecados.
De alguna manera todo comenzó en 2002, cuando un equipo de reporteros del Boston Globe se “toparon” con la Iglesia pero siguieron tirando del hilo hasta descubrir que en la Archidiócesis de Boston había ocultado el caso. En contra de lo habitual, los reporteros desarrollan una investigación gracias a la cual se destapó que en esa comunidad estadounidense había al menos 86 curas que habían sido acusados alguna vez de abusar sexualmente de niños de la zona. El porcentaje superaba cualquier “excepción” y el  escándalo sacudió a la sacrosanta Iglesia Católica. El arzobispo tuvo que dimitir y sólo en el área de Boston afloraron poco tiempo después unas 600 denuncias por abusos cometidos por el clero en el pasado. El caso fue abordado con rigor por el cine con Spotlight (USA, 2015) una película insólita, ganadora del Oscar a la mejor película, dirigida por Thomas McCarthy y escrita por McCarthy y Josh Singer. El filme cuenta esta historia o sea cómo la unidad de investigación del periódico, un reducido equipo de reporteros de investigación del Boston Globe destapó los escándalos Durante la película,  se revela que el número aproximado de miembros del clero que cometen pederastia está estimado, por diferentes organismos, en un 6%. Era la primera vez que en la historia del cine entraba en este “gabinete secreto” ofreciendo una muestra precisa del poder que tienen las redacciones y, por lo tanto, de la existencia de una trama de complicidad. Porque Spotlight es también una película sobre la lucha en la prensa entre el negocio y la conciencia.
Aquí como en Latinoamérica estas cosas siguen sucediendo bajo cuerda, la Iglesia tiene muchas relaciones de poder- Existe un “compromiso histórico” entre la jerarquía y los poderes establecidos, y por lo tanto no ha sido hasta la película de Pablo Larrain que el cine ha metido la nariz en el tema, tratándolo además no desde el escándalo sino desde el análisis concreto. Quizás la extrema beligerancia de los cañizares y de políticos tan siniestros como Mayor Oreja, que la cosa de pie a nuevas películas, aunque solamente sea para despertar a la opinión pública que ya no se aviene a los meros arreglos como parece haber sido el destino final del caso de los Maruistas en Barcelona, un hecho que, esta vez sí, estalló en los medias.

Creo que vale la pena subrayar la existencia de aportaciones tan valientes y honestas como Els internats de la por (https://www.youtube.com/watch?v=ttAbGa789Hg), obra de nuestra Montse Armengou y Ricard Belis, un trabajo inicial pero irreemplazable que abre de par en par unas puertas que seguían cerradas cuatro décadas después del gran silencio franquista.

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