miércoles, 23 de agosto de 2017

Assad: El “blanco” de la extrema derecha occidental, convertido de rebote en un “icono”

El supremacista blanco americano que embistió con su coche contra la multitud en Chalottesville el sábado 12 de agosto había subido una foto del presidente sirio en su muro de Facebook.
En sus móviles, las fotos de Bachar el-Assad reemplazan a veces a los posters de Hitler y de Mussolini que colgaban antes en las paredes de sus habitaciones.
El drama que sacudió violentamente la pequeña y tranquila ciudad de Charlottesville el sábado, en una demostración de fuerza de la extrema derecha americana, reveló de nuevo la fascinación que puede suscitar el dictador sirio en el seno de esas franjas de la población. James Alex Fields Junior, miembro de Vanguard America, un grupo de supremacistas blancos que organizaba el acto, fue inculpado de asesinato, heridas y delito de huida, tras haber embestido al volante de su coche sobre manifestantes antirracistas. Entre las fotos de cruces gamadas, de Hitler o de símbolos vikingos utilizados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, colocados por el asesino en su cuenta Facebook, figura la del presidente Bachar el-Assad, vistiendo uniforme militar y gafas de sol, con la mención “undefeated” (invicto).
Que un americano de a penas 20 años, originario de Ohio, muestre orgullosamente en las redes sociales el retrato del presidente sirio, con todo un signo; no es tan sorprendente como podría parecer. Desde el comienzo del conflicto en Siria, pero más aún durante estos últimos meses, Bachar el-Assad fascina a las corrientes de extrema derecha de Occidente, hasta el punto de haberse convertido en uno de sus símbolos. “La visión de la extrema derecha occidental del conflicto sirio es que hay un régimen que impone el orden y la estabilidad frente a indígenas de color, de raza inferior. Y Assad representa en este imaginario colectivo una figura, se ha convertido en uno de sus modelos”, según estima el politólogo Ziad Majed, especialista en Siria.
El FN no se queda atrás
En la Unión Europea, los ejemplos hacen legión. “Putin y Assad están de nuestro lado”, declara en noviembre de 2016 Paul Nuttal, antiguo líder del UKIP (Partido por la Independencia del Reino Unido), un partido de la derecha nacionalista y xenófoba. Y está lejos de ser el único: Amanecer Dorado en Grecia, Forza Nuova y Casa Pound en Italia, así como los nacionalistas polacos, españoles o belgas proclaman su apoyo al régimen de Assad. “Bachar se ha convertido para ellos en un símbolo a defender, tanto más en la medida que le ven como un hombre asediado por quienes estiman que son sus enemigos: los islamistas y los mundialistas”, analiza Karim Émile Bitar, director de investigación en el IRIS y especialista en Medio Oriente.
El Frente Nacional francés no se queda atrás. “Desde el comienzo del conflicto sirio dije, y era la única entonces, que contribuir a la caída de Bachar el-Assad es permitir al EI (Estado Islámico) gobernar Siria”, declaraba Marine Le Pen, entonces candidata a las elecciones presidenciales, en una entrevista concedida el pasado febrero a L´Orient -Le Jour (diario libanés). Las fronteras son porosas… Una parte de la derecha francesa no ha tardado en repetir algunos argumentos del FN, privilegiando sin embargo la teoría del “mal menor”. La caída de Alepo, tras una ofensiva del régimen y de sus aliados, alimentó los discursos de los pro-Bachar, aplaudiendo así una victoria de Damasco y de Moscú contra los terroristas. “Quienes combaten el terrorismo deberían felicitarse de la recuperación de Alepo”, se enorgullecía Thierry Mariani, diputado de Los Republicanos, en una entrevista concedida a Le Figaro, en diciembre de 2016. Este último ha seguido los pasos de Frédéric Poisson [candidato en las elecciones presidenciales en Francia], presidente del Partido Cristianodemócrata, que visitó a Bachar el-Assad en numerosas ocasiones. Estos dos últimos años, se ha desarrollado un incesante baile de diputados en los salones del palacio presidencial sirio, haciendo de una parte que la prensa francesa se riera de ellos y de otra que se pusieran los pelos de punta en el Quai d´Orsay.
“Desde el comienzo de la revolución siria, Damasco se ha convertido en una especie de lugar de peregrinaje para todos los sectores más extremos de la extrema derecha mundial, y más particularmente europea”, estima Karim Émile Bitar.
Traición de Trump
Este entusiasmo por el régimen de Bachar el-Assad no es nuevo, recuerda el investigador, puesto que varios movimientos de la extrema derecha se han acercado progresivamente a Damasco en más de 15 años, haciendo enormes elogios a su dirigente. Ya en 2005, en plena guerra de Irak, la visita a Siria de David Duke, antiguo dirigente del Klu Klux Klan, promotor de teorías racistas y revisionistas -que estaba presente en Charlottesville el sábado pasado- marcaba el tono y provocaba la ira de la prensa americana, y en particular israelí, aunque entonces Bachar el-Assad podía pasar por jefe de un Estado presentable.
Doce años más tarde, la intervención de Donald Trump en Siria ha provocado rabia entre los supremacistas blancos americanos. Los ataques americanos contra una base militar del régimen, tras el ataque químico de Khan Cheikhoun imputado a Damasco, fueron percibidos como una traición por los apoyos más extremistas del presidente americano, que repitieron que atacar al presidente sirio equivale a ser proterrorista. “Frente a una internacional islamista que combate al régimen, se encuentra una internacional nacionalista autoritaria de extrema derecha, ciertamente mucho menos importante numéricamente, pero igualmente determinada a combatir”, recuerda Karim Émile Bitar, refiriéndose a ciertos grupos fascistas y neonazis griegos, como Mavros Krinos (Black Lily), o Amanecer Dorado.
Según buen número de observadores, Damasco, con mucha inteligencia, incluso maquiavelismo, ha hecho evolucionar su propaganda durante el conflicto, para seducir a sectores de la extrema derecha occidental. “El régimen sirio no ha tenido ningún escrúpulo en instrumentalizar a esos grupos y en utilizarlos en su estrategia de propaganda”, afirma el investigador.
Icono de rebote
El régimen, que se presenta como un fiel heredero del baasismo y de la alianza establecida entre su padre Hafez con la Unión Soviética, siempre ha sabido seducir a los partidarios del antiimperialismo, los defensores de una izquierda árabe, antisionista. Pero desde el comienzo del conflicto sirio, más allá de la propaganda, es la propia imagen del régimen la que le ha permitido atrapar a estos nuevos partidarios.
Un atractivo que se podría resumir en cuatro puntos, según Ziad Majed: “1º, se trata en primer lugar de una fascinación por la violencia, por ese poderío sin límites de Assad que se abate contra gentes que merecen ser castigadas. 2º, la segunda razón es que consideran a Assad como su “blanco”. Es el supremacista blanco sirio que castiga a los indígenas. 3º, en tercer lugar, Assad es quien masacra a musulmanes, lo que para los racistas / islamofobos, es algo que está bien. 4º, y sobre todo, es el aliado de uno de los profetas de la extrema derecha: Vladimir Putin”, analiza el investigador. “Esta internacional nacionalista autoritaria está unida alrededor de la figura de Putin, que es hostil a lo que llama el mundialismo y a menudo está unida por cuestiones de identidad”, confirma Karim Émile Bitar. Como si el presidente sirio no fuera, de alguna forma, finalmente mas que un “icono de rebote”…
15/08/2017
Traducción: Faustino Eguberri para viento sur

1 comentarios: