Unas 150.000 personas han participado de la marcha en Santiago, según los organizadores
Los estudiantes protestan por una educación pública y de calidad
El movimiento estudiantil chileno, que en 2011 protagonizó las protestas en demanda por educación pública gratuita y de calidad, ha dado la mayor muestra de fuerza de este año con una marcha masiva y pacífica que solamente en Santiago ha reunido a unas 150.000 personas este martes en la Alameda, la principal avenida de la ciudad, según la cifra entregada por la Confederación de Estudiantes de Chile (CONFECH).
“El Gobierno dijo que éramos una minoría: hoy vimos una clara señal de masividad y convocatoria. El Gobierno dijo que estábamos divididos: hoy dimos una clara señal de unidad. El Gobierno dijo que no tenemos propuestas y que somos intransigentes: hemos demostrado que sí tenemos propuestas y estamos dispuestos a discutirlas”, ha declarado Gabriel Boric, presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh), la principal casa de estudios pública del país.
La Marcha Nacional por la Educación, que fue convocada por secundarios, universitarios, profesores y la sindical Central Unitaria de Trabajadores (CUT), corona un mes que ha estado marcado por las paralizaciones académicas, tomas de colegios y facultades y marchas públicas que, hasta el momento, no habían logrado convocar a una gran cantidad de manifestantes.
La del 8 de agosto, con la que arrancó esta nueva oleada de protestas, estuvo marcada por la violencia y reunió a unos 5.000 estudiantes en la Alameda, en el centro de Santiago, según cálculos de la policía. El 23 de agosto, el llamado a paralización nacional de los secundarios logró convocar a cerca de 10.000 jóvenes en la capital chilena, que se manifestaron en 12 lugares diferentes de la ciudad, pese a que el Gobierno no los había autorizado. “Las marchas no son masivas y los estudiantes no están siguiendo a sus dirigentes”, señaló la semana pasada el ministro de Educación, Harald Beyer.
El Gobierno, sin embargo, reconoció la masividad de la protesta de este martes, que fue vigilada por 2.200 policías. El portavoz de La Moneda, Andrés Chadwick, calificó la marcha de “importante y significativa” y apreció que no se hayan registrado hechos de violencia graves. “Ha habido una movilización pacífica y eso el Gobierno lo valora”, indicó el ministro, que hizo un llamado a la clase política a aprobar en el Congreso los proyectos de ley sobre educación.
Para los jóvenes era importante recuperar la amplia convocatoria en las protestas para mostrar fuerza el mismo día en que el Parlamento discute la reforma tributaria, que permitirá a las familias desgravar impuestos de lo que pagan en educación y que, según los estudiantes, no fortalece el sistema público. Los dirigentes también necesitaban demostrar que eran capaces de convocar a manifestaciones que no causen daños a la propiedad pública y privada. Tras la marcha del 8 de agosto, que terminó con 75 detenidos, 40 policías heridos y tres autobuses del transporte público quemados, los líderes estudiantiles fueron cuestionados por no poder controlar a sus bases.
De acuerdo a un sondeo de Imaginacción y radio Cooperativa, dado a conocer este martes, ocho de cada 10 chilenos apoya a las demandas estudiantiles, aunque el 67,3% está en desacuerdo con las tomas. El mismo estudio de opinión desvela que el 68,3% de la población, sin embargo, está en desacuerdo con los desalojos de colegios y universidades que ha llegado a cabo el Gobierno para impedir que las actividades académicas se paralicen como en 2011.
A diferencia del año pasado, el movimiento estudiantil ha renacido en Chile con mayor radicalidad y hasta el momento había sido liderado por los secundarios. Eloísa González, portavoz de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES), una de sus principales líderes, dijo que los estudiantes boicotearán las elecciones municipales de octubre. “Que tiemble la clase política”, dijo la estudiante de 17 años.
La encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) dada a conocer la semana pasada indica que la confianza de la ciudadanía en el movimiento estudiantil bajó de un 35% a un 30% desde diciembre de 2011, pero que su credibilidad es superior a la del Gobierno (23%), el Congreso (10%) y los partidos políticos (6%). La influencia de los jóvenes ha quedado en evidencia en el Parlamento, donde Camila Vallejo, vicepresidente de la FECh y principal rostro de las protestas estudiantiles, ha presionado a los parlamentarios para que no aprueben la reforma tributaria en los términos propuestos por el Gobierno.
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