viernes, 15 de noviembre de 2013

“Multi_Viral”: lo político de la máquina de guerra

Assange-c13
There is no need to fear or hope, but only to look for new weapons.
–Gilles Deleuze1
Information is no longer simply the first level of signification,
but the milieu which supports and encloses the production of meaning.
–Tiziana Terranova2
>10 PRINT “Hello Multi_Virality!”
La transmisión es interrumpida como si fuera por una señal clandestina emitida por Calle 13, la cual abre un espacio codificado para que nos sobrecoja la audioeuforia del disenso, el flujo de una apertura informática. El programa comienza a subir; más apropiado aún, el virus se instala frente a nuestros ojos sin intervención humana. Nada puede detenerlo. Más bien no imaginamos cómo hacerlo. Nos embeleza su agresiva intromisión visual; deslumbra la llamarada de cuerpos, aunque ausentes visiblemente, convocados por la voz de Residente para que se movilicen frente a un Estado en crisis. Pero, hay algo distinto en este proyecto. Más allá de evocar en la letra a los cuerpos en protesta, el vídeo no recurre a la imagen fácil y gastada de masas en las calles, sino que procede a dirigir nuestra mirada a la concatenación producida por bits de unos y ceros que agitan el suelo inestable sobre el que el estado de vigilancia opera.
Las lógicas computacionales de lo político, la programación y sus flujos, yacen detrás de los versos y del vídeo mismo, empero este aspira a visibilizar lo que implican las capas de código y programación. Es este subsuelo codificado lo que propongo interrogar en este breve artículo sobre viralidad y glitch como un esfuerzo de cambiar las coordenadas de análisis en torno a los nuevos medios. Como bien dice Tiziana Terranova en el epígrafe, la información no es el primer nivel de significación, sino el entorno que potencia y envuelve la producción de discursos. Para decodificar no basta atender el nivel de representación discursiva que la letra nos sugiere o que una imagen construye. Más bien, es fundamental explorar cómo las operaciones computacionales enmarcan lo social generando tanto posibilidades de control, dominación y vigilancia, así como líneas de fuga que escapan estas dinámicas.
El título de la nueva canción de Calle 13, “Multi_Viral”, en colaboración con Tom Morello, Kamilya Jubran y Julian Assange (fundador e ícono de Wikileaks), apunta hacia condiciones vitales de la sociedad de control, la modulación. El control, nos dice Gilles Deleuze, opera como un yeso que continuamente se auto-deforma a través del tiempo o como un filtro cuya malla se transmuta punto a punto.3 La viralidad, esa latencia presente en cada objeto digital a ser copiado y pegado, a reproducirse, es tanto expresión del control como de su falla ya que es una modulación –la replicación de información que altera el plano de lo posible. Calle 13 alude al virus en múltiples niveles: la metáfora de un programa (malware) que se adhiere a y se reproduce infectando un sistema operativo; así como tropo de un agente infeccioso que se replica en las células de un organismo. “Multi_Viral” es expresión de cómo los espacios digitales y nuestro entorno material (biológico, químico, político) se entrecruzan de manera inesperada y sistemática.
Asimismo, la multiplicidad viral en la canción alude a otros flujos como el continuo movimiento entre códigos lingüísticos (de español a inglés a árabe a francés y de regreso a español). Las alusiones a la Primavera Árabe, a las extensas acampadas del 15-M en España y a las intensas movilizaciones del #Soy132 en México se registran en el plano, tanto del lenguaje y la reproducción de mensajes, así como de los códigos de lo político. El enredo del “codo con codo”, de las pancartas en marcha y el despliegue de graffitis por doquier generan planos de posibilidad discursiva, de una “masa” que se eleva con la “levadura” de la indignación. Los mensajes de la Primavera Árabe, por ejemplo, rebasaron la desconexión producida por Hosni Mubarak y encontraron otros circuitos y otras redes que potenciaron su divulgación local y global. De boca en boca y de tuit en tuit, los mensajes circulaban, se reproducían por copy y paste, por retuit, y se remezclaban; la gente continuaba movilizándose en las calles con pancartas empleando #hashtags o con alusiones a Facebook a pesar de que Internet había “colapsado” por orden del Estado. En la era de Internet, la indignación como virus de una nueva modalidad política se reprodujo globalmente, en parte –y es necesario subrayar esta delimitación–, por el tejido orgánico y cibernético: Tahrir estaba en Madrid que estaba en el D.F.
Sin embargo, hay otro virus aquí, el del monstruo corporativo-estatal que emerge cuando Residente desvela a “[e]l que controla, el que domina” y quien por medio de sus operaciones pretende “enfermarte pa’ venderte medicinas.” La viralidad de la manipulación informática y la secretividad se manifiestan en el cuerpo enfermo, en el organismo intervenido por lógicas de consumo y dominación. Esta alusión a las farmacéuticas y la complicidad de un Estado que las hace viables nos refiere a la comodificación del bienestar del cuerpo por medio de la manufacturación del virus y del antivirus. La sociedad, ese entramado de gubernamentalidad, produce tanto los focos infecciosos como sus erradicaciones, al sujeto sano e insano, insertando a las poblaciones en circuitos de consumo, disciplina, enfermedad y muerte.
En esta interminable fluctuación, la sociedad de control redistribuye los territorios y reinserta a los individuos en sus operaciones. Así nos movemos de individuos a dividuos, a la fragmentación de la unidad imaginada en el sujeto por medio de su subdivisión y distribución en códigos manejables. Todxs somos data, bits de información y código cuya materialidad se transmuta en bases de datos. La sociedad del control produce una urdimbre de máquinas en las que nosotrxs somos más que un hilo. La máquina, como los programas que corre la computadora que estás utilizando, opera autónomamente y produce virus cíber-orgánicos. Lo que sucede en el plano de Internet imprime su marca digital en la piel de quienes utilizan la red y quienes la hacen posible (recorriendo desde las minas de cobre en África hasta programadores en Silicon Valley). Los flujos de data que se desprenden de nuestras acciones regresan en las reorganizaciones que los algoritmos crean de lo que podemos ver y lo que no en nuestras pantallas. Como un virus adherido al tejido digital del día a día, desde la transmisión de un canal de televisión hasta las fotografías que tomas con tu teléfono móvil, las estructuras de código y software circunscriben el plano de lo posible, lo que hacemos o podemos hacer. El virus en esta vertiente es control, es la ofuscación de la información como cuando se reproducen las barras negras que cubren los documentos clasificados del Estado.
Chaar-multiviral1
“The numerical language of control is made of codes that mark access to information, or reject it”.4 El virus y la ofuscación son operaciones o mecanismos de la sociedad de control. Es por ello que “Multi_Viral” apela a la transparencia informática como mecanismo de liberación y de regulación ciudadana de las operaciones del Estado. No es sorpresa que Julian Assange participe en este proyecto por su trabajo con Wikileaks y su compromiso con sacar a relucir información (predominantemente clandestina) que el público debe saber. El vídeo, pues, visibiliza la propagación de la censura suscitada por las barras desplazándose a través de la pantalla. Pero, las barras y luego el código (en el minuto 1:00) fallan en su cometido. Este código binario no logra oscurecer el mensaje de que “el Estado nos teme”. El temor emana de la virtualidad, ese potencial subyacente de transgredir o circunnavegar los cortafuegos presentes en la máquina misma. El Estado teme el “hackeo” de los circuitos de información pues este desarma mediante un miedo que desmoviliza. La voz, el grito y el decir toman vuelo como ‘hackeos’ del silencio estatal; son intervenciones en un programa que enmudece y encierra las posibilidades de lo político.
La visualización del vídeo representa una línea de fuga, una fisura en la maquinaria viral que entonces la secuencia de imágenes transforma en una máquina de guerra. Esta es exterior al aparato estatal y en ella se encuentra la suma de todas sus posibilidades. La máquina de guerra no puede más que enfrentarse a una guerra preliminarmente declarada por el Estado contra todo aquello que lo ponga en peligro. Así entonces, la máquina de guerra persigue erradicar la viabilidad de la guerra misma que yace en la existencia del propio Estado. “War machines take shape against the apparatuses that appropriate the machine and make war their affair and their object: they bring connections to bear against the great conjunction of the apparatuses of capture or domination”.5  Anunciándose como viral antes de que circule en la red, “Multi_Viral” aspira a reorientar la viralidad contra la máquina misma, contra el Estado y la sociedad de control. Todo esto se expresa en un vídeo que desplaza la primacía de la fotografía o la secuencia fílmica a cambio de una lógica computacional –además del virus–, el glitch.
>RUN
Luego de navegar las oscilaciones del mar viral, es fundamental apuntalar el glitch. Este es parte intrínseca de la lógica interna de los sistemas computacionales. Olga Goriunova y Alexei Shulgin, por ejemplo, definen el glitch como la desviación a corto plazo de un valor correcto en un programa; esta produce una falla visible para el usuario.6  El glitch es una especie de error aunque éstos no necesariamente producen efectos notables en un programa; el glitch, además, no se reproduce pues el programa o el sistema suele encontrar la falla en poco tiempo y la resuelve restaurando el orden computacional. La aparición de un glitch se suscita de manera, un tanto, inesperada y es el producto del sistema mismo.
Dear-Computer-ez94
El glitch art es una de las expresiones distintivas de la estética computacional. La computadora y el programa ejercen su voluntad procesal mediante la creación autónoma de una falla. El ensamblaje de computadora y programa afirman su existencia por medio de un evento visual, una desfiguración sensible. Goriunova y Shulgin expanden su argumento al establecer que:
“A glitch is a mess that is a moment, a possibility to glance at software’s inner structure, whether it is a mechanism of data compression or HTML code. Although a glitch does not reveal the true functionality of the computer, it shows the ghostly conventionality of the forms by which digital spaces are organized.”7 
La fugacidad del glitch es parte de su lógica interna, mas el vídeo de “Multi_Viral” “hackea” la máquina para que la falla atraviese temporalidades alargando su duración e interviniendo en su naturaleza. Esta es intervenida por una difusa agencia humana, la cual no deja de estar implicada en la máquina, que pretende capturar la desfiguración computacional y la reinscribe como un código reproducible. La resistencia a la sociedad de control, pues, no es viable mediante la fetichización de la toma de las calles, sino en el entramado de una máquina de guerra que transforma la movilización de los cuerpos en un ensamblaje cíber-orgánico. Las marchas, las acampadas, los carteles y los flujos codificados se entrecruzan para producir una línea de fuga que resiste las operaciones de control. El cuerpo social es una máquina compuesta por carnes y cables, sensaciones y señales, rizomas de sangre y metal. El glitch como experiencia estética y manifestación de lo político ofrece una nueva posibilidad para la rearticulación del cuerpo social.

Khaled Hafez, “Tomb Sonata in Three Military Movements”, 2012. (Mural de un artista egipcio evocando glitch art.)
Calle 13 y lxs productorxs del vídeo, así como los diversos movimientos sociales a los que alude, nos invitan a expandir y a prolongar el glitch.
En vez de que este se manifieste como una interrupción momentánea, nos convidan a que lo recodifiquemos como una prolongada y frecuente máquina de guerra. Reprogramadas como virus, las fallas se propagan y se reproducen en los tráficos de una realidad visceralmente electrónica. El glitch y el virus son condición vital en tiempos de la sociedad de control, son posibilidad de dominación y manipulación, pero igualmente ofrecen espacios para que los tornemos en líneas de fuga que optimizamos contra el propio sistema.
Hello Multi_Virality!
  1. Gilles Deleuze, “Postscript on the Societies of Control.” October 59 (Winter 1992), 4. []
  2. Tiziana Terranova, Network Culture: Politics for the Information Age (London: Pluto Press, 2004), 9. []
  3. Deleuze, 4. []
  4. Ibid., 5. []
  5. Gilles Deleuze y Félix Guattari, Nomadology: The War Machine, trans. Brian Massumi (Seattle: Wormwood Distribution, 2010), 103. []
  6. Olga Goriunova y Alexei Shulgin, “Glitch”, en Software Studies: A Lexicon, ed. Matthew Fuller (Cambridge: MIT Press, 2008): 110. []
  7. Ibid., 114. []

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